20 de noviembre de 2014

Posdata

Mi primera carta por correo la recibí cuando tenía doce años. No podía entender porque, el cartero, aquel que siempre pasaba por la cuadra y con el cual, el único contacto que había tenido, era cuando le tirábamos la pelota para que nos devolviera un centro, estuviera en la puerta de mi casa preguntando por mi nombre y apellido. ¿Quién iba escribirme una carta? ¿Qué habría dentro del sobre? Tal vez algún billete ¿Qué diría la carta? Revisé minuciosamente antes de abrirla. Mi nombre estaba en tinta azul y con letra bonita. Puse el papel a contra luz, no parecía tener ningún billete. Olí el papel y no hallé ninguna pista. El remitente era de una tal Soledad Natalia Gómez. Qué iba a imaginar que ese era todo su nombre.  Por aquel entonces, todas las formas de llamarla se concentraban en Nati, una noviecita que vivía a tres cuadras de mi casa. Me había escrito para contarme que se había escapado de su familia. Fue una noticia tremenda. Algo desesperante salía de cada palabra, y de cada renglón un misterio acuciante me apretaba el estómago. No entendía nada. Cómo era posible que se haya escapado de su casa y que no la volvería a ver nunca más y, al mismo tiempo, estuviera ahí, conmigo, merendando. Le pregunté si ella era Soledad Natalia Gómez. Me dijo que sí, y cuando vio la carta en mis manos rompió en un llanto asfixiante. Tardó en calmarse, pero cuando lo hizo me explicó que el padrastro le había vuelto a dar una tunda de cintazos en el lomo y otro par a su mamá, —quiero matarlo—dijo entre lágrimas y mocos.

Había decidido irse para siempre y había decidido contármelo en una carta para que no intentara frenarla, pero no pudo abandonar a su madre. Se arrepintió y regresó sin que nadie se diera cuenta de que había salido para nunca más volver. Le juré que iba ir a cagar a trompadas al padrastro y que no volviera decir que nadie la quería porque no era así, yo la amaba. Nos abrazamos y nos hicimos uno.

Después no pasó nada, el hombre era policía y yo un mocoso agrandado. A la semana siguiente nos separamos. Yo quería tener mi primera vez y Nati buscaba alguien que se escapara con ella.

La experiencia del cartero me marcó hasta hoy: Imaginé el viaje completo, desde las manos de Nati a mis manos pasando por todas las manos que habían tocado el papel impregnándose del mensaje que había adentro. Se me ocurrió que cada mano tenía algo que ver. Cada uno había dejado y tomado algo de esa carta.

Aquel mes mandé cartas hasta quedarme sin una moneda. Treinta y seis cartas en total. La más importante se la mandé a Menem. Entre otras cosas, le dije que era un choto y que yo podría ser mejor presidente que él. Que mi viejo y la mayoría de los viejos de mis amigos la pasaban muy mal sin laburo.

Al mes siguiente, o por ahí cerquita, crucé el umbral de la estupidez y entré a la adolescencia, me hice muy pajero, Nati se mudó con su mamá, el padrastro se hizo alcohólico lo echaron de la policía y no volvió a salir de su casa hasta que lo encontraron colgado en la cocina; apareció el “mesinyer”, las comunicaciones se globalizaron y no volví a escribir más cartas salvo a noviecitas besuconas.

El barrio se fue al carajo y el cartero sigue llamando dos veces, bueno, depende que barrio, en algunos ni llama porque lo sacan a tiros y en otros no entran porque son barrios privados. A duras penas sobreviven algunas barriadas donde los carteros todavía conocen a los vecinos, a los nenes, las mascotas y los apellidos de soltera. Por ejemplo, por mi casa y por la casa del lado, y por la otra, pasa uno que camina con prisa y sin pausa como mormón nuevo, puerta por puerta va dejando una intimación de pago, un impuesto, una carta documento, una notificación judicial o un telegrama de despido… tipeadas en negrita y con la crueldad de los rojos me saludan atentamente.

El "último aviso" de la tarjeta me hizo recordar la carta de Nati. 

Ha pasado mucho de todo entre ayer y hoy, sin embargo el tiempo no me despega del abrazo ni me distancia de las ganas de encontrarla, de saberla, de contarle cosas como lo que le pasó a la Coly, que la atropelló un auto el mismo día que mi hermano tuvo un accidente de tránsito, aunque mi hermano zafó, la coly no. Que el Jacarandá sigue pintando el cielo de su patio, que cambiaron de lugar los bancos de la plaza y quitaron la canchita. Que me dejé la barba para camuflar las entradas y que su carta, hoy, me hace feliz.

Recibir una carta alegra, no hay dudas. Es hacerse presente en las manos de otro. Y escribir una carta es traer al otro al corazón de uno y presentarlo al frente. Una comunicación simbólica con un mensaje que va más allá del mensaje y de las palabras, escondido en la curvatura de las letras, entre los micros espacios que separan la tinta del papel. 

Cómo me gustaría volver a las cartas. Volvamos a las cartas.

P.D.: Todo esto me inspiró una idea: 

Quiero escribir cartas y que éstas puedan reenviarse. No hace falta conocernos (eso no es importante, pues ya nos conocemos todos), solo es necesario un nombre, una dirección postal y compartirnos una buena noticia.

¿Querés recibir una carta y luego reenviarla? Pasame tu nombre (verdadero o soñado) y una dirección (nada más) por acá: https://www.facebook.com/pensa.limon.1. Yo mando la primera.


19 de agosto de 2014

Puntos de vista

Viajé a Italia a cumplir un sueño y terminar el próximo libro. Hace un par de semanas que estoy de vuelta pero, no terminé el libro, empecé a escribir otro y, además, regresé con sueños nuevos que ni siquiera imaginaba.

Desde mi punto de vista, no puedo seguir escribiendo las crónicas del viaje, —pido disculpas a los que venían siguiendo el blog— tampoco puedo seguir pensando lo que quiero hacer. Mis sueños tienen vida propia. Son una corriente dentro de una ola gigante que pechan más que la turbina de un avión. En estas circunstancias, no pienso y sin embargo existo. Soy.

Vivimos tiempos donde no hay tiempo para andar pensando, hay que entregarse. Hay que abrir la mano y soltar el pasado. Desanclar y dejarse llevar hasta el destino que ya despertó.

La tentación de contarles sobre Donatella me atraviesa el estómago de punta a punta. Hablarles de los paseos que hicimos por Roma, las clases de italiano, conversaciones en las miradas, las escapadas del convento a fumar, la fuga que nos hicimos a Venecia, los puntos de vista, el silencio que moja, las tetitas, el espacio compartido, las lágrimas, los labios, la risa cómplice, el teatro romano, la desesperación de verse y la desesperación de no verse, el último día, la despedida, el deseo, el corazón. Pero un sentimiento sutil y armonioso me reserva esta historia para un futuro cercano. Un día Roma va a ser un libro y Donatella un sueño realizado.

Por ahora me despido de la publicación de estas crónicas, quería decirlo, me hacía falta hacerlo. Me despido compartiendo la penúltima noche que pasé en Italia con Donatella y algunas fotos caseras que seleccioné. Son puntos de vista donde el corazón se abrió y tomó la esencia.

Mi monjita me invitó a una obra de teatro que presentaba la actriz y directora Roberta Fonsanto. La obra se llamaba “Il bastone di Miracoli” Trataba de un pobre viejo millonario que se moría y la docena de hijos que tenía se peleaban por la herencia. La obra se hizo en un anfiteatro romano original del S. 30 DC y, la puesta en escena incluía más de treinta actores en el escenario durante toda la función y, todos con capacidades especiales. El anfiteatro era y es un lugar increíble, un túnel en el tiempo y, la función salió magistralmente bella. Tan bella y sensible que hizo emocionar a todos a moco tendido, especialmente Donatella, que no podía parar de llorar y yo de enamorarme. Seguramente, el libro tendrá un capítulo de esta noche, y de todo lo que hicimos...
    
Il bastone di Mirácoli: 

Directora: Roberta Fonsanto.







Puntos de vista: 




















22 de julio de 2014

Roma es Amor escrito al revés

En Italia y, tal vez en la mayor parte de Europa, abundan aparatitos tecnológicos que hacen que el día a día sea más fácil que la tabla del uno. Polulan “huevaditas” extraordinarias que simplifican todo o, al menos eso te hacen creer, porque ante el primer descuido se te atora la burra y fuiste, quedás como el más nabo (tengo varios ejemplos para más adelante). Existe un universo de plástico chino, taiwanés y vietnamita que gira en torno al hombre común europeo y le da color a sus días. Hay un imperio de marcas imitadas que refuerza la imagen de mujeres y de hombres. La policía municipal, provincial, el ejército, los radares y las cámaras que, aunque dan miedito, están para pequeños percances fácilmente reprimibles o multables. Cualquier eventualidad, cualquier contra tiempo, no existe, se compra. No hay cosa que uno quiera hacer que requiera mayores conocimientos que el uso de una tarjeta de débito, ni exige mayor esfuerzo que el de recordar el pin de esa tarjeta. Una cosita se rompe, deja de funcionar, se acaba o se termina, tiene algo que lo remplaza o, en su caso, lo soluciona, lo mejora y, además, se compra, milagrosamente, en un “tic tac.” Vivir acá es como vivir en Sprayet.

La tecnología y el diseño van de la mano en todo, como un matrimonio swinger feliz y sin hijos, juntos estan bien pero sin responsabilidades, y mientras mas cojan, mejor.

Pero no todo es color de rosa. Por ejemplo, en la mayoría de los baños no hay bidet y, limpiarse el culo es un trabajo bastante arduo.  

Otro ejemplo: Una persona de intelecto medio, medio boludo, como yo, que olvida el cargador de su notebook quiere comprar uno de repuesto, sólo un cargador. Entonces sale a buscar uno pero donde va le dicen que por el precio le conviene comprar una computadora nueva, pero no, no necesito una computadora sólo quiero el cablecito de mierda para cargar la batería de mi compu pero nadie lo vende porque si perdés el cable vas y te comprás una nueva y listo. Entonces me ofrecen cargadores para auto y, yo, me pregunto si en el extranjero tendré más cara de pelotudo que en Argentina porque me ofrecen un “multicargador” para varias computadoras juntas que se conecta a otro cargador “Premium” que es sumergible pero que tampoco me sirve y luego me ofrecen otro “multifunción” que sirve para inflar las gomas del auto y otro cargador que se hace navaja. Tengo ganas de llorar porque no puede ser que me esté pasando esto y el marroquí que me atiende (que era mi última posibilidad de conseguirlo) también se está poniendo triste porque intuye que no va a venderme nada, refuerza su insistencia y hace los últimos tiros, me ofrece descuentos y un flotador de pileta para niños de regalo, yo, con la voz entrecortada le digo que se vaya a la concha de su hermana, pero él me insiste y empieza a ponerme los flotadores y un cargador en la mano para que me lleve todo, pero no, salgo de la tienda casi corriendo, con los ojos inundados de impotencia —culiaó culiaó culiaó, negro culiaó. Mastico en mi cabeza— cruzo una avenida vacía y sigo sin rumbo en busca de algo o de alguien o qué se yo. Camino urgido y ciego, giro a la derecha, cambio de vereda, vuelvo a girar en la esquina y sigo por un imprevisto y estrecho callejón de casas viejas y angostas de dos o tres pisos cada una. Me detengo. Miro hacia el cielo. El sol está huyendo, se esconde entre los diminutos balcones apretados de flores y ropa colgada —estoy perdido—. La calle de adoquines negros termina dos o tres esquinas más adelante, contra el muro de una iglesia desahuciada. —Estoy perdido en el caso viejo de Roma—. En las paredes de abajo hay manchas de humedad, tal vez no llegue el sol; las ventanas cerradas parecen canceladas para siempre. —Me perdí de verdad la puta que lo parió—. Hay una bicicleta sin atar apoyada en el portal de una casona. Si alguien sale de esa casa ahora o, de alguna otra va a pensar que me la quiero robar. Seguramente ya estará alguna vieja espiando lo que hago desde su ventana y tenga el teléfono en la mano para llamar a la policía pero, ¿yo no quería robarme la bici? ¿o sí? Ahora siento ganas de robarme la bicicleta, me acerco al portal disimulando ver los nombres grabados en el portero, la bici está adelante mío, no hay moros en la costa pero, ¿para qué quiero una bici? yo necesito un cargador para notebook no una bici, mejor me apuro antes que me lleven en cana. Sigo caminado y llego hasta la esquina donde veo algo imponente que no es un culo.  Es un bar. Un bar abierto con un mostrador puesto hacia la vereda que exhibe unos sanguchitos tremendos, (panini) no lo dudo, entro, casi no hay nadie, sólo el mozo que debe tener unos cincuenta y pico y usa un moño negro de la primera guerra mundial. Escucho el ruido de una televisión que busco con la mirada y la encuentro en un riconcito del salón entremedio de unas plantas de Rosmarino y lavandas. Es una televisión pequeña del año del ñope que se ve en blanco y negro, me río solo, en verdad exageré. Habituarse a lo simple, a veces, es muy complicado. Elijo una mesa y mientras espero que inicie la notebook rebobino todo y con las últimas gotas de la batería escribo sin corregir:

Roma es la antigüedad y la modernidad, el consumo y la conserva, el vaticano y la mafia. Roma es Amor escrito al revés. Roma es una mujer hermosa que no hace nada por nadie. Porque es hermosa y eso es todo. Roma es una mujer que enamora a las mujeres, que pone a los hombres de rodillas. Una puta histérica. Pero es tan linda y bella que no tiene precio. 

Pido uno de salmón y rúcula y un “proseco” (vino blanco).




4 de julio de 2014

Benvenuti a Roma


Hice realidad un sueño. Un sueño que es apenas, una página del libro grande de los sueños. Hoy vi el mundial en la terra di la pasta, il capuccino, la vespa, la camorra y la mejor canción de todos los mundiales de la historia, Italia. Vi el partido en un bar indú de los alrededores del centro cerca de Termini (estación de trenes). Una pena que me perdí casi todo el primer tiempo hasta que logré hacerme entender y prendieran el puto televisor y pudieran enganchar el canal que transmitía el partido de Argentina.

—Prender el televeisore per favore— dije.

—Non, estai loco lui– Contestó el indú.

Claro, después entendí que “prender” significa llevar.

—Argentina – Suiza, culiau– insití.

—ha, aryentina, Maradona, buona carne— respondió el Sr. del bar.

—¡quiero ver el mundial de fútbol, está jugando Argentina, Messi, Mascherano, prendé el tele la concha de la lora!— volví a insistir pacientemente.

Luego de unos minutos de tensión y señas ridículas logré que pusieran el partido. Esta bien que no entendí un carajo a los comentaristas pero verlo me bastaba. Tampoco entendía lo que conversé con unos africanos y para mi que ellos tampoco entendían lo que decían unos marroquíes sobre Messi. El bar era un quilombo. Todos hablaban y gritaban y chupaban birra a dos manos. El fútbol tiene esa magia de unir a los hombres, sus culturas y sus lenguas sin importar las diferencias pero, cuando terminó el partido, el ambiente se puso bastante denso, así que me fui rápidamente al carajo.

Estaba seguro que íbamos a ganar, pero no así, tan miserablemente de pedo. Al final sentí pena por los Suizos, especialmente, por ese que tenía la rodilla al revés. Perder en el último minuto de juego es lo más feo que te puede pasar, es un sello de amargura indeleble que te va a identificar por el resto de tus días. Pero así es son los juegos, lo que importa “es ganar.”

Hace cuatro días que estoy en Roma y hace cuatro días que no voy de cuerpo. Cinco contando el viaje. Me siento “raro” Puede ser culpa de los sanguchitos del avión, o el miedo a volar, o mi claustrofobia o los Rumanos que no dejaban de hablar como si estuvieran por agarrarse a las piñas en cualquier momento, o por el olor a chivo que tenía el francés que se sentó al lado mío — ¡hijo de puta, qué oloron, ojalá que la aduana le revise las axilas!— Pero bueno, lo importante es que llegué entero. Peor hubiera sido volar con cagadera, como me pasó la primera vez que subí a un avión, casi dejo mi cuerpo y, además, me tuve que bancar el enojo de todos los forros que volaban conmigo.

Hablando de cagadas, me olvidé el cargador de la notebook.

De todos modos este viaje es distinto. Algo especial se esconde y puedo intuirlo. No traje expectativas en la valija. Ni siquiera traje valija, vine con la mochila de montaña y un bolsito de mano donde tengo varias lapiceras, cuadernitos de notas y un papel higiénico que no uso.

El convento donde me quedo se llama “Santa Severa di los Dolores” y las monjitas que me hospedan son buena onda, no hablan nada, salvo la que cobra. No entienden un tereso lo que digo y eso está bueno porque digo cualcona cosa e parlo piú di poronga lunga e nesuna capito niente.

Roberta, la madre superiora del convento, debe ser del mil novecinetos y pico antes de cristo y se me hace que tiene varias agachadas porque, para mi, tiene las tetas hechas. Al principio me sorprendi, no lo podia creer, pero despues fui notando que acá viven la dictadura de la moda. Una realidad terrible. Con la que mejor me llevo en el convento es con Donatella, que seria algo asi como un pinche que recien empieza su carrera religiosa y esta pagando derecho de piso, la mandan para todos lados y como vivo preguntando cosas, la tengo al lado mío casi todo el tiempo. Es generosa con la comida y con los horarios, creo que los dos nos caímos bien de entrada. Me ayuda con el vocabulario, me aconseja los mejores lugares, cómo llegar y me lleva el capuccino a la cama. Bueno, no exactamente a la cama, lo deja sobre la mesa del comedor y yo lo busco. Roberta disfruta de oír mi ilustrado cordobés argentino; además le gusta hacerme fotos mientras escribo y de vez en cuando nos fumamos un puchito a escondidas del resto. Parece desubicado pero por es bastante normal, la moda, como todas las dictaduras, tiene sus tiranías adentro. Yo creo que se quedo enganchanda cuando le conte que era “escritor” y que este viaje lo hacia para preparar los detalles finales de mi último libro antes de presentarlo en octubre, desde entonces que hablamos de Roma, el convento y mi libro. Y, la verdad  que estoy fascinado y más engachado que ella, me hace feliz hablar del libro, que me hagan preguntas y contestarlas como si fuera Saramago.

Me estoy quedando sin bateria y siento que estan volviendo las ganas de evacuar.

A “prima vista” Roma es hermosa. Encanta. Roma es una mujer de todos los tiempos. Es apasionada y es inalcanzable. Todavia me falta explorar mas, caminar callejones, deambular en las noches, emborracharme en algun tugurio, perderme, dormir en un parque, que intenten robarme, tener sexo con una monja, dormirme una siesta en la frescura de un museo imponente y silencioso. Todavia me falta encontrarme y terminar el libro.

Me despido con una foto que me gustó y que hizo Roberta mientras escribía en el comedor del convento.

Continuará… (Cuando encuentre un cargador)

Civediamo dopo.    




   

27 de junio de 2014

Esperando el avión

Tengo muy buenas noticias para mí: Me voy de vacaciones. Sí, por fin. Después de tantos años llegó el momento de cumplir aquella promesa que me hice cuando todavía era mocoso:

¡Me voy a ver el mundial a Italia!

Sí, ya sé que el mundial es en Brasil. Una cagada que justo cuando yo puedo viajar a Italia el mundial se juegue en Brasil. ¡24 años ahorrando peso a peso, moneda a moneda para ir a Italia a ver el mundial y lo hacen en Brasil! ¡24 años tarareando la canción italiana con la piel de gallina! ¡24 años! Sono fori, un giorno trisstísimo. — ¡Ojo! no me estoy quejando, siempre digo que soy un tipo con mucha suerte, una suerte muy particular— Sucede que cuando tenía diez inocentes años vi el primer mundial que recuerdo y, hasta el día de hoy me lo acuerdo a flor de piel. ¡Por Dios lo que fue escuchar esa canción! Por aquellos tiempos yo daba mis primeros trotes atrás de la pelota, me inicié donde todos se negaban, el arco y, verlo al Goyco atajar un penal y salir corriendo a festejarlo con todo el equipo fue un retrato que nunca más vi y nunca más se borró. Aquellas imágenes se prendieron en las retinas y en el corazón al mismo instante que juré, que yo iba a estar ahí, sin importarme nada más, ni el tiempo ni el dinero, yo iba a estar en Italia ´90. Me prometí.

Qué se le va a hacer, no será noventa pero sigue siendo Italia.

De todos modos, ya no me interesa tanto el fútbol como cuando tenía diez años. Me harté de ser el mejor arquero suplente del suplente. Casi no me interesa nada, salvo si hay asado y juega el Amargo Único, entonces sí, el deporte es muy importante. Además, ya tengo los huevos gastados de ver cómo la gente se come todo a través del fútbol, bien gastados. La última vez que fui a la cancha, un pendejo de nueve años me llenó de Poxirán la remera, encima me robó la billetera. A la semana siguiente, caminando por el centro, una protesta de docentes reclamando aumento salarial estaba encabezada por la barra brava de Instituto bombos, bombas, platillos y el pendejo. No fui más a la cancha y, desde entonces hasta ahora, todo me sigue confirmando que no debo volver.

Como sea que sea, cumplirse promesas uno mismo es importante y está bueno, viajar también. Hace mucho que no tomo vacaciones, en realidad, ni sé lo que es estar de vacaciones. Es más yo no dije "me voy de vacaciones y se van a cagar todos". No, nada que ver. Me obligó mi psicóloga cuando le confesé que me partía el alma mirar a mi perra a los ojos y que nunca me conteste. Mi perra no me va hablar nunca y no puedo con tanta tristeza. Ese día me quebré y lloré como un niño. Lloré como cuando tenía diez años y perdimos la final contra Alemania.

Tenés que ir a Italia y cerrar con este trauma —dijo Gabi, mi psico.

¿Estas segura? —dudé yo.

Eso debés saberlo vos. Pero sí, tenés que irte urgente —cerró sesión.

Después de la Gabi me puse a buscar precios y conseguí un paquete muy bueno: habitación doble, desayuno, ñoba privado y guifí a 10 euros el día en un convento de monjitas silenciosas cerca del Vaticano.
Y acá estoy. Esperando que llegue el avión para cruzar el charco. Hace un frío de cagarse en Córdoba y yo me pregunto ¿A qué clase de hijo de puta se le puede ocurrir poner un vuelo a las cuatro de la mañana? ¿A qué voy a Italia? ¿Por qué en el único lugar que siento claustrofobia es adentro de un avión? ¿Y si se me despierta el asesino serial a mitad del vuelo? ¿Por qué le hice caso a la Gabi? ¿Por qué si todavía no me fui ya quiero volver? ¿Cómo hace mi novia para dormir en estos asientos? ¿Habrá tomado alguna pastilla sin decirme nada? Estos son los momentos en que siento que escribir me salva la vida. Son los espacios que me desconectan, pliegues donde soy, rincones donde habito. Me hace bien imaginar que voy a escribir mucho en mis vacaciones. Espero regresar con el segundo libro terminado y contarles cómo se va a llamar y mostrarles la tapa que diseñó la Gabi Figueredo y hartarlos para me acompañen en la presentación. También me para los pezones ir cronicando el viaje, compartiendo lo que veo, lo que siento, lo que como, lo que camino, llevándolos conmigo sin pagar afip, sin controles de aduana.


Ahora nos llaman por el alta voz. El aeropuerto está vacío, salvo por un puñado de pasajeros con cara de culo que empiezan a desperezarse y encaran para la puerta. Es raro, no hubo despedidas ni abrazos desgarradores ni lagrimones estrujados. Todo parece un continuar indiferente, anónimo y silencioso, como si el destino estuviera esperando en otro lado, como si el presente estuviera de paso. Este es el color de las terminales.  

23 de junio de 2014

Sobre el día del padre


“Feliz día papi.” “¡Papá feliz día!” “Viejo te amo.” “Papá sos un capo.” “Feliz día viejo.” “Papá sos lo más groso que hay…”

Regalitos de acá, regalitos de allá. En cuotitas o de contado. Asadito en familia y muchas fotitos para el “face.”

—Ojalá ganemos el mundial.

Publicidades de papitos que leen acostados al lado del lago o en motos enduro haciendo travesías en un desierto; papis escalando montañas.

— ¡Golazo de Messi!

Publicidades de papis modelos sin niños en las publicidades.

—Gol en contra de bosnia, ¡Vamos Argentina, Carajo!

Publicidades de papis modelos sin familias en las publicidades.  

— ¡Ganamos el primero carajo, vamos Argentina todavía! Ya no queda nada para la final.

A mí no me gustan las publicidades de los días “de” pero qué le vamos a hacer si un feliz día no se le niega a nadie.

—Ganó Alemania la puta que los parió.

A mí me gustarían publicidades que digan: “Perdón papá porque te vivo criticando.” “Viejo, disculpa, vos no tenes la culpa de las cagadas que yo me mando.” “Papá, te pido perdón porque te vivo juzgando.” “Papá, te pido disculpas porque siempre te castigo y pienso que puedo hacer todo mejor que vos.” “Papá, perdón por ser tan desagradecido con vos.”

— ¿Cómo salió Brasil? Ojalá pierdan los garotos.

A mí me gustaría que las publicidades sean más sinceras, por lo menos más inteligentes. Que hagan cosas más humanas, aunque de todos modos van a vender igual podrían esmerarse un poco más.  Qué se yo, mi papá no lee ni los clasificados acostado al ladito del lago y con la panza que tiene no se sube ni a un monopatín, mi viejo es pelado y usa camisas hasta percudirlas y el bolsillo rebalsa de lapiceras y papelitos. Mi viejo cuando se agacha se le ve la raya del culo y mi vieja lo caga a pedo cada dos por tres pero él no la escucha porque es medio sordo apropósito. Una vez le mandé un mensaje de texto que decía: —papá te quiero mucho —y cuando lo leyó se asustó, pensó que estaba drogado o me pasaba algo.  Mi viejo no es una imagen. Mi viejo es un hombre real como yo, como todos.  Mi viejo es muy especial, mientras yo le cuento algo, él siempre me contesta otra cosa.

—Si vamos a penales estamos fritos.

Para todos los padres:
Feliz día, gracias y perdón. Te amo y te llevo en el corazón.
De todos los hijos.


7 de mayo de 2014

PRIMERO DE MAYO.

Que el trabajo dignifica es una mentira pilar. Ningún habitante de la tierra, en su sano juicio eligió libremente trabajar. Primero fue obligado a servir y luego de centenares de años mudos y sangrientos consiguió recuperar algunas horas del día en libertad y un puñado de monedas a cambio del de las horas que pasaba sirviendo a su amo. El trabajo es la madurez perversa de la esclavitud, no puede dignificar a nadie: pudre la mente, corroe el cuerpo y beneficia a otro. El trabajo no reconoce género, edad ni raza, todo aquel que posea un cuerpo útil, podrá ser explotado por aquel que tenga el mejor derecho. 

Ningún hombre, mujer o niño debe trabajar, en todo caso deberán ser lo suficientemente libres y capaces para elegir hacer aquello que les permita reconstruir la historia y la experiencia de vivir dignamente. 


Feliz día del esclavo, a todos.

23 de abril de 2014

La mentira de la milanesa + Yapa


La verdad no es lo que parece. Tampoco la mentira es lo que parece. Dicho de este modo, verdad y mentira equivalen lo mismo, como un kilo de plomo y un kilo de plumas aunque, a menudo confundimos estos términos,  pese a esta equivalencia, hay una tendencia clara, evidente y autoritaria, a favorecer  impunemente la verdad por sobre la mentira, como si la mentira fuera la loca mala de la novela.

Vivimos en la ilusión de que la verdad triunfará, será buena y justa, bonita y encima nos liberará, vaya a saber dios de qué nos va a liberar. A mí todo esto me hace pensar en una verdad tremenda y hermosa saliendo de adentro de una torta y todos medio en pedo festejando, Pero nada que ver, por lo que vengo experimentando, la verdad siempre llega tarde, es fea, y en el peor de los casos te la dice un médico afeminado o un empleado judicial con cara de ojete… Lo cierto es que no conocemos ni una sola verdad, ni siquiera la de la famosa milanesa, pero igual le tenemos una fe ciega. Vivimos de la ilusión.  

Desde niños, nos muestran una intencionada exaltación de la verdad por sobre la mentira. El que dice la verdad recibe un premio, o evita un castigo. Así que no voy a dar muchas vueltas con esto y aceptemos que desde nuestros primeros pasos en el social contact humanity nos han inducido a decir verdades como mentiras, y mentiras para acomodar nuestros intereses y deseos con los de los aquellos que influyen en nosotros, es decir no como principios descriptivos de lo que sentimos adentro, sino como medio o contraprestación de lo que vamos a recibir a cambio de lo que vamos a decir.

Para mí, esto ha devenido un derrotero de mentiras y verdades estúpidas.

Sin ir más lejos, reflexionen honestamente en los intereses personales (y reales) de los actores:

¿Un niño dirá la verdad, sabiendo que lo van a castigar si lo hace? ¿Acaso el niño es tonto? No, no lo es. Va a mentir y es natural que lo haga porque aceptar un castigo por culpa o por otra emoción afín es someterse a la energía del otro y, naturalmente, nadie quiere ser un Ser_sometido. Entonces, la verdad es que mentimos para liberarnos.

Ya lo hacían los Comechingones cuando mentían su identidad para evitar que el colono español le partiera las costillas mientras trabajaban gratis para él.  

¿Y del otro modo? Decir una verdad y recibir un premio a cambio, ¿es verdad o es justo? Yo creo que ni es verdad ni es justo, ni siquiera deja de ser una mentira o un engaño.

Veámoslo desde la vereda del frente. El adulto (mamá o papá o quién sea) que cuestiona a un niño por la verdad o la mentira de tal o cual cosa, realmente ¿qué pretende oír? ¿La verdad? ¿Una mentira? Posiblemente no sepa que quiere oír (si la verdad o una mentira), pero sabe lo que debe decir el niño frente a él, para dejarlo satisfecho, y con honestidad alterará las circunstancias para adecuar la verdad del niño a su percepción personal.

En resumidas cuentas y sin caer en críticas que no tengo, la verdad y la mentira  fueron manipuladas siempre, y hoy verdad y mentira se han convertido en las dos mangas de una camisa que no nos quitamos nunca.

Este texto no es algo sencillo si lo lee un mentiroso inconsciente o consuetudinario, pero es  peor todavía para todos aquellos que se creen o piensan que sólo dicen verdades, porque el mentiroso puede volverse honesto si reconoce su ignorancia o si reconoce su intención de mentir, pero aquel que está convencido que sólo habla de verdades, será siempre un mentiroso.
 
Esto piensa el autor, que tampoco piensa mucho que digamos, pero se pregunta: ¿por qué no hacerlo más simple?

Imaginemos otra forma… Imaginemos, vamos no seamos vagos…

Yo preguntaría a un niño: ¿Cuál es tu verdad?

Y preguntaría a un adulto: ¿Cuál es tu verdad?

Y preguntaría a un adulto más adulto: ¿Cuál es tu verdad?

Y me pregunto a mí mismo: ¿Cuál es mi verdad?

Y me digo: La verdad es que le tenemos miedo a la verdad, y por ahora, nos salva la mentira de la milanesa.

Pensá Limón
  

                                                                        ~~~~~
Va de Yapa.

Damas y caballeros tengan todos uds. muy, pero muy buenos días y desde ya muchas gracias por su amable atención. Enseguidita nomás paso a explicarles que es lo que les acabo de escribir y les adelanto que sólo por esta vez, se encuentra en un precio promocional y único de oferta exclusiva e imperdible oportunidad: Un click. Sí señora, sí señor, escucho muy bien, dije un cilck! Ofertononon. A tan sólo un módico click de todos Uds., sólo de Uds que están leyendo. Lo que acaban de leer es mucho más que un texto, es mucho más que un conjunto de oraciones jugosas, hoy, hermosos lectores, se están llevando mucho más que una reflexión ecuménica, lo que acaban de leer es una entrada gratis, sí, gratis señora! Ud., con este texto se hizo acreedor/a de una entrada gratis a escuchar, sí, leyó bien señor, es-cu-char, al escritor leerse a sí mismo, en vivo y en directo. Único y sólo para uds.
   
¿Cuándo? De jueves en jueves a las 20 pm. (para mayores)

¿Cómo hacer? Un click aquí:  http://www.radiobicicleta.com.ar/

¿Mentira? Sí, no, bueno, averígualo.

…Tengan todos Uds. un muy placentero viaje y feliz retorno a sus hogares.


Daniel Hidalgo.

31 de marzo de 2014

Carta a mi sobrino recién nacido



¡Bienvenido a la vida terrestre, sobrino!

¡BIENVENIDO, LORENZO, QUERIDO! ¡La alegría es gigante!

Hoy, a cuatro meses de tu desembarco en la Tierra, seguimos todos muy felices y muy emocionados y muy contentos y muy de todo lo bueno y hermoso que puede sentir un ser humano vivo por recibir a uno más de los suyos. Este es uno de esos momentos en que la vida le quiebra el rumbo cualquiera; hoy parece ayer y ayer vivirá alegre cada vez que llegue mañana, por eso, querido sobrino, ya te irás acostumbrando a que una vez por año se cumpla tu día aniversario, y la gente que te quiere lo celebre con todo, le dicen fiesta de cumpleaños. No te preocupes por tus primeros cumpleaños, no los vas a disfrutar un carajo ni vas a entender por qué todo el mundo te babosea la cara más de lo normal ni por qué llegan todos a visitarte el mismo día invadiendo tu tranquilidad, después de un par de añitos se van a ir poniendo buenos y provechosos.   

Tu aterrizaje fue un éxito. Descendiste de entre las alturas y de entre las trompas y al primer contacto con la tierra fueron a tu abrigo los brazos de tu mamá. Mejor, imposible. Tu papi también estuvo ahí, al lado de tu mamá, pero no podía decir mucho porque iba a vomitar de la impresión.
Además de la bienvenida, yo te quiero dar mis felicitaciones. Hay que reconocer tu valentía, hacer todo ese viaje solo muestra tus ganas de estar acá. Que nadie, nunca, te quite el valor de explorar la vida. Por acá ya casi nadie se anima a andar solo por las calles, menos de noche, dicen que es por una gripe virósica que tiene a todos resfriados de miedo, pero vos no te asustes, se contagia por boludismo y para prevenirlo no hace falta que te vacunen sólo tenés que mantenerte alegre.

Otra cosa. Te cuento que las malas lenguas están diciendo que el parto no fue tan en paz ni bonito como yo te lo cuento, no le lleves el apunte, a menudo, te vas a cruzar gente que está inconforme las 24 horas del día y que encuentran dos problemas para cada solución, son muy eficientes como verás, pero se pasan la vida quejándose y eso enferma; la única lengua buena, de verdad, es la que prepara tu abuela a la vinagreta, el resto son todas malas y los que dicen que tu parto no fue tranquilo es porque vos caíste por parto natural, algo que hace mucho daño a las obras sociales. El trabajo de parto fue durísimo para tu mamá y para el médico, para los enfermeros, y para los demás pacientes que estaban en el hospital, porque te colgaste, pendejo, demoraste más de doce horas en cabecear para afuera. Ahora cuando quieras salir a jugar afuera tu mamá no te va a creer un pito, además, dijeron, los testigos de Jehová que cruzaban la calle en ese momento, que tu mamá gritaba y gritaba, que gritó tanto que no se oyó ni un solo fuego artificial en toda la noche. Pero a ella no le importó nada, no le importó el tiempo de una noche que no se destapaba, ni el miedo de no saber lo que seguía ni el dolor de las entrañas que se le abrían. Tú mamá demostró que es una leona.

Tú papá también tiene su mérito, ojo. Yo, que lo conozco desde chiquito, sé que es muy ordenado y no aguanta ver la sangre fuera de su lugar, tampoco le gustan los gritos, menos si son de la mujer que ama y ni qué se diga si grita porque está alumbrando la llegada de su primer hijo. De los nervios, tu papá se hacía caca encima y se la aguantó adentro, el ordenado. Él, es muy sensible al dolor del otro, es como si le doliera a él. Sin embargo, —mencionaron los mismos testigos — parece ser que esos gritos, que salían de la boca de tu mami, no eran gritos como los de siempre sino que se habían transformado en los rugidos de una fiera y la frecuencia que vibraba en esos bramidos hizo que se despertara el valor de tu papá para quedarse ahí, durante toda la noche apretando la mano de tu mamá, firme y fuerte, y blanco como una estatua de mármol. Y que fue en ese momento de unión en que los dos juntos se alimentaron de la misma energía, el amor a vos, y supieron, en sus corazones, que nada podía salir mal.

Una de tus tías por parte de leona, te sacó una foto con tu papá después del parto. Te la guardé para que algún día la veas y recuerdes la cara de sufrimiento que tenía tu viejo y el semblante de alegría que le brillaba en los ojos... Fotos de tu mamá no hizo falta que te guardara porque tiene como tres millones y sigue acumulando. Si te seleccioné algunas.

Mis preferidas son las que salieron en la televisión y en los diarios, porque quiero que sepas algo muy importante: le cagaste el brindis de año nuevo a todos. La mayoría te va a contar que fuiste el primer bebé del 2104 en la provincia; que saliste en los medios; que todo el mundo se enteró de la noticia; que el intendente no estuvo perezoso y te hizo regalar una medalla de oro con su nombre grabado; que tu mamá estaba feliz siendo una intrépida cholula dando notas a los periodistas; que fuiste el primer hijo, el primer sobrino, el primer nieto y todo primero. Pero yo te voy a decir tres cosas que nunca nadie jamás se va a animar a decirte: Naciste feito. Todo arrugado y con cara de viejo enojado. Segundo, culpa tuya ninguno disfrutó el vitel tone. A la primera cosa, te reconozco que con el pasar de los días te fuiste corrigiendo, te estás reivindicando, pero a la segunda… la segunda… va a ser tu deuda kármica para conmigo. Nadie se mete con mi vitel tone. Sabelo. La tercera y más importante que voy a decirte, que te la digo desde la propia experiencia, es que los privilegios y los honores que se le dan a los primogénitos, con el tiempo y la llegada de los hermanos, se van convirtiendo en mochilas y traumas de la personalidad, hoy serás tratado como si fueras porcelana del Siglo X y mañana serás un boludo a cuerda, por eso, nunca pero nunca, te la creas, porque nadie será objetivo con vos. Escuchá siempre tu corazón. Sé humilde, siempre. 

Bien, ahora que ya sos oficialmente un Terrícola de la especie Humana, de la cual, concretamente, no se sabe nada pero que, según voy oyendo, tengo algunas referencias un poco enquilombadas. Algunos dicen que la especie está en evolución, otros que está en extinción… no sé, che, por acá la mayoría son bipolares. A mí, nunca me gustaron los extremos, no son buenos, menos este de la extinción, pero… qué te voy a decir yo que nunca leí nada sobre gustos.

Es un tema delicado la bipolaridad, muchos se mueren electrocutados, así que dejemos esto para cuando estés más ducho en cuestiones humanoides, por ejemplo, cuando un día cualquiera, un compañerito tuyo en el jardín de infantes se acerque a vos y sin decir nada te pisotea tu casita de barro, entonces ahí, retomaremos este tema; lo importante ahora, es que vos no metas los deditos en el enchufe.

Cambiando un poco de tema, quiero contarte algunas repercusiones de tu llegada. Por ejemplo la Nona. La Nona es un ícono de la familia. Es la “Gran Nona.” Para que te vayas ubicando en el mapa, la Nona es tu bisabuela. Los abuelos son algo así como los fundadores de tus papás y son lo mejor que te puede pasar en la vida. Los abuelos saben todo aunque a veces no digan nada, de verdad. Saben muchas más cosas de la vida que tus viejos y que cualquiera, por eso, mi consejo es que los aproveches al mango.

La Nona es la más grande de la familia y es la última que nos queda, así que la cuidamos como oro aunque ella no se deja cuidar mucho. A veces, no me deja que la vea hasta que se vaya la peluquera que la visita, pero bueno… cuando no quiere mostrarse siempre llama por teléfono, el problema es que pone el teléfono inalámbrico en el piso porque tiene miedo de caerse, entonces se cae y nos llama a todos. Si la hubieras visto cuando caminaba… cómo se movía, no había quien le siguiera la pista. A la mañana un cafecito por ahí, al medio día almorzaba en el centro, a la tarde un té en el bar de la plaza y cada tanto se tiraba unas fichitas en el casino. Se hacía sus viajecitos, compraba ropa que después revendía y con eso nos llevaba para un lado, para el otro, la tenía clara la Nona, nada de andar estornudando miedos ni qué ocho cuartos. Pero después, de a poquitos ratos que se fueron pasando más rápido de lo que uno se puede dar cuenta, sus amistades se fueron yendo y su energía se fue debilitando. Ahora se siente sola y, además, por más que ella no lo diga, sus defensas se bajaron y anda un poco engripada de miedo. Su soledad no es de visitas, porque siempre la vamos a ver, sino que su soledad es de iguales. Sola de edad. Ninguno de nosotros conoce esa soledad, tal vez algún día sepamos qué se siente pero no ahora, por el momento sólo le hacemos compañía sin compartir lo que siente de verdad, yo creo que es posible nosotros tengamos activas nuestras defensas al miedo que ella tiene y eso no nos permita abrir el corazón... Hasta antes de tu llegada, Lorenzo, la Nona no tenía ganas de nada. Casi no se levantaba de la cama, estaba débil, por suerte lúcida pero muy blandita. Pero cuando le avisamos que vos habías llegado bien, se le volvió a encender el brillo en los ojos. Le imprimimos y le llevamos tus fotos y ella las deja entre la almohada y la mesita de luz para mostrárselas a los que la visitan. Se nota que te quiere mucho y que le haces bien. !Ah! y también dice la Nona que no tenés genes para salir feo. Ya sé, te morís de ganas de conocerla, ¿cierto? Yo también, me encantaría ver el encuentro entre uds.   

Tú tía Paula también está muy contenta. Se pasea todo el día por la casa cantando “AH HUM, DIJO UN SAPITO, AH HUM HABÍA UN SAPITO, HUM HA DIJO EL SAPITO, HA HUM HACENO LOS SAPITOS HA HUM” Yo creo que la contentura le está dañando el cerebro pero se la ve tan feliz así… Además ella es la encargada de seleccionar tus fotos, imprimirlas hacerle detalles y esas cosas. Para que te des una idea, su dormitorio ya tiene tu cara…

A mí me pasó —me pasa— algo muy raro con vos. Paso largos minutos viendo tu cara en las fotos. En mis ratos de soledad y encuentro conmigo, me siento frente a la compu a encontrarme con vos. Te observo. Contemplo tus expresiones, tus miradas. Tus detalles. Yo te veo parecido a tu mamá, aunque tu expresión más seria me recuerda a tu viejo cuando se le sale la cadena. Me imagino tu voz y las voces de tus papis en conversaciones infantiles. Y te sigo imaginando y te sigo observando y te hablo y te digo macanas para que te rías porque es mi manera de quererte sin distancias, de saltar la barrera de lo físico que nos coloca en lugares lejanos, donde sólo llega el amor, pero no los brazos para levantarte. Y así paso los ratos que puedo, dejándome engañar por la inmediatez virtual que actualiza nuestros estados y mantiene informados de vos y de tus papás, sentir en tiempo real que estamos muy cerca, casi pegados, vos de un lado del monitor y yo del otro. Pero, y andá acostumbrándote a los peros porque siempre habrá uno entre los humanos, el fin de semana pasado no tuve internet en casa y recién el lunes, en la oficina, mientras simulaba que trabajaba, busqué fotos tuyas en el perfil de tu mamá y me encontré con una foto de un bebé gordito con una mirada melosa llena de brillo y calor y por un instante lento y silencioso me quedé contemplándola, escaneando los detalles de esa foto hasta que fue inevitable comprender: El de la foto eras vos, Lorenzo, ¡eras vos! Habían pasado apenas tres días desde la última vez que vi una foto tuya y no te reconocí. Habías cambiado toda la fisonomía de tu cara. Habías crecido setenta y dos horas y parecías otro... pensar que yo siempre decía que la distancia no es distancia, que uno viaja en el corazón del otro, pero esta vez, aunque siga pensando lo mismo, los kilómetros que nos separan me apretaron el estómago contra el pecho y me jodió mucho la nostalgia que deja el atropello del tiempo cuando pasa esa sutil fatalidad de lo irrecuperable, como haciéndose el canchero, refregándonos en la cara que ya pasó y que no vuelve, vaya a saber dios hasta cuándo. Y es que me jode no abrazarte ahora, que sos como un almohadón perfumado, pero mucho más me jode que sólo seas un almohadón perfumado un ratito en la vida y sólo pueda verte en fotos.    

No hay nada que hacerle, Lorenzo, al tiempo no se lo engaña. El tiempo no tiene ningún interés en los humanitos. A él le calienta tres pitos todo esto de los ratitos felices y los momentos imborrables.
Aunque joda las pelotas, al tiempo hay que esperarlo, y con buena cara mejor; mientras tanto y pese a cualquier circunstancia adversa, hay que seguir juntando ratitos lindos. Hay que acopiar esos ratitos felices que están desparramados pero que llenan el alma y es la única manera de inmortalizar la vida en el tiempo. Así espero el momento en que nos encontremos por primera vez. Tal vez vaya hasta tu casa y te lleve algunos regalos y me enseñes tu cuarto, tal vez vengan uds. y yo te enseñe mi casa, la plaza, la heladería o te lleve al parque a comer un choripán ¿quién sabe? El tiempo dirá pero seguro vamos a juntar muchos ratitos lindos…

P/D: Te mandé una solicitud de amistad, aceptame pendejo que soy tu tío.


P/D, bis: Gracias por alegrar las horas de la Nona.

La presente corresponde a la segunda carta de una colección. Para leer la primera, clic acá http://pensalimon.blogspot.com.ar/2013/10/carta-mi-sobrino-por-nacer.html