31 de marzo de 2015

Despertador



Un día te levantás de la cama media hora antes de que suene el despertador. Todavía no aclaró y despertás como si no hubieras dormido nada en toda la noche. Un silencio raro hace ruido. Mirás a tu alrededor sin mover la cabeza de la almohada, reconoces todo el entorno, el mismo orden y desorden de todos los días. La primera impresión que se te viene es que te quedaste dormido, pero el reloj te desilusiona. Todavía quedan restos de un sueño para seguir en la cama. En el segundo intento, te querés volver a dormir, pero es al pedo, ya estás despierto y las puertas del sueño te las cerraron en la cara. Te quedaste afuera, del lado de la realidad. Increíble que eso suceda. La tercera es una pregunta ¿Cómo desperté acá? Es mi casa, es mi dormitorio, es mi cama, es mi almohada, pero ¿Cómo llegué hasta acá?

Tú mente normal repasa lo último que hiciste anoche. Regresaste cansado del trabajo. No te acordás si viste al portero cuando entraste al edificio. Te bañaste, fue una ducha rápida. Planeaste hacer una mini siesta, pero preferiste poner música y ordenar el departamento. Sí. El portero estaba en el hall del edificio. Lo viste cuando bajaste al kiosco. Cocinaste, sí. Ensalada de tomate con una zanahoria rallada, huevo duro y milanesa de pollo. Mayonesa y jugo de pomelo rosado. Terminaste de cenar y boludeaste en internet. Esa mierda de Facebook cada vez es más mierda y la gente más pelotuda... Te enojaste, te levantaste y fuiste al baño, hiciste pis y te quedaste en la cama. Te ibas a levantar a apagar la computadora, pero te quedaste pegado a la cama.

Todo esto hiciste ayer pero no es la respuesta. ¿Cómo llegué hasta acá? Te preguntas de nuevo. Hay una cuestión de tiempos que te aturde el pensamiento.
¿Qué hago ahora? Todo se vuelve tan incómodo y tan sospechoso cuando lo que sobra es el tiempo que hasta da culpa y miedo.

Así amanecí hoy.
Miré el teléfono, no sé para qué, tal vez entraba un mensaje o un mail, pero nada. Refunfuñé como viejo porque madrugué como un viejo y después de hacer no sé qué cosa y después de ver una docena de veces más el teléfono logré que coincidiera mi cabeza con la hora normal de salir al laburo. Y salí, como un día más. O como un día menos. Fue una jornada repetida, idéntica de principio a fin que sería imposible separarla y distinguirla del resto de los días de la semana. No sobrevivió un rostro ni una sonrisa ni una puteada o un chiste que haya logrado vencer el olvido conquistando un recuerdo. 

Nada de nada.

De aquél día sólo me acuerdo lo siguiente.

Recuerdo que salí del edificio y caminé una cuadra por Mariano Moreno hasta la esquina del bulevar y allí me quedé tildado esperando que la tormenta se desate en mi cabeza. El cielo estaba negro, las nubes infladas con el smog de los colectivos estaban enganchadas en los balcones vacíos de los edificios más altos del bulevar, a punto de reventar. El temporal traía viento caliente del norte y mucha tierra de las obras. En pocos segundos no pudo verse más nada, ni siquiera la luz del semáforo que tenía al frente.

Apenas se podían ver las luces amarillentas de los autos que pasaban cerca de la vereda que parecían velas ahogándose adentro de las ópticas. El caos de un viento enfurecido estaba frente a mis ojos ciegos.

La tormenta me había encerrado contra el enchapado de un edificio en construcción que apenas me guarecía.  

En la esquina de Mariano Moreno y San Juan se apagó el tiempo, y la luz, y los movimientos, y las personas, y los semáforos, y los autos. Pensé que el próximo en apagarse sería yo, pero no me apagué, sólo cerré los ojos por la tierra y me cubrí la cara para respirar sin tragarme el polvo.
Después de ratito de no sé cuántos minutos, lenta y premeditadamente el tiempo se encendió y los segundos fríos empezaron a llover a chorros.

En el suelo se estrellaban sin piedad las rocas blancas de hielo escupidas desde el opaco cielo; se estrellaban sin piedad y antes de que el agua cayera me acordé de vos y me acordé de mí cuando éramos nosotros, vi como nuestros sueños se estrellaban sin pena ni gloria contra el hormigón de una calle vulgar; y la puta, cómo duele escuchar los golpes; pero la puta, cómo duele ver el hielo trillado multiplicarse en el suelo. Entonces te recordé otra vez diciéndome que amabas las tormentas y me recordé diciéndote que amaba tus ojos, te reíste con ternura pero no me creíste, te dije que amaba el refugio en tu pecho y me miraste rara, devolviéndome un beso en la frente. Un beso que hoy se va con el agua de la lluvia en la calle y que añoro con desconsuelo, pero, aunque mañana, al despertar, el sol brille como antes, esta es la última tormenta que me recuerda que ya no somos nuestros sueños.

      

28 de marzo de 2015

¿Dónde está mi pelo?


¿Dónde está mi pelo?

¿Cuándo perdí mi paz?

Hoy busqué debajo de la almohada, ni un solo pelo en el colchón.

¿Cuándo fue la primera vez que me masturbé?

¿Cuándo dejé de jugar?

¿Dónde quedó la inocencia?

¿De dónde salió esta panza?

¿Cuándo me dolió el amor?

Tengo la cara la arrugada

¿Dónde dejé la risa?

¿Cuándo se me hizo tarde?

No sonó el despertador.

Mejor me apuro.


25 de marzo de 2015

Estación

No estábamos en primavera, sin embargo me abrió el corazón como una flor. No podía irme sin mostrarle lo que había hecho en mí. Regresé como una ola. La busqué entre medio de todos mis pensamientos y la encontré, no estaba en el tiempo, cuando tomamos contacto, ella posó sus ojos en los míos y el mar se unió al cielo y el cielo estaba a sus pies: Tengo el corazón abierto como una flor y no es primavera, le confesé. No hay otra estación que el Amor, me reveló.

11 de marzo de 2015

In itinere

                             
Despierto.  

   Besos.    
                 Labios.              
                                           Lengua.             
                      Besos.               
                                                                                         Tobillos.  
                                                   Despacio.           
Pantorrilla.        
                               Muslos.                 
                                                      Piel.                      
                                                                             Cola.               Mano
Cadera. Todo.
                                     Entrepierna. Besos.Aliento.
                                                                              Espalda.
Fuerte.
             Besos.
                                                    Juego.
            Duele.                                                           Lunar.
                                         Ombligo.
                                                                   Más.
                     Plexo. Pezón
                Besos. Alma. Persianas. Silencio. Caricia. Ojos. 

Duermo.