30 de octubre de 2013

Carta a la Promoción 98


Qué mejor forma de empezar esta carta, sino evocando el espíritu alegre de los Salesianos de Don Bosco al estilo de la promoción ‘98: EL QUE LEE ESTO ES PUTO. Ahora sí, los saludo a todos como corresponde y de corazón espero y deseo que estén excelentemente bien.

Me hubiera gustado mucho escribir esta carta antes de la última juntada, pero me fue imposible perder la costumbre de llegar siempre tarde (hay cosas que no van a cambiar nunca) así que la escribo ahora,haciendo la salvedad que en este ahora, el tarde si tiene solución, no como en aquellos años ansiosos de la pajertad donde todo era ya o no era nada; así que hoy –ahora- escribo esta carta con la sincera y simple intención de llegar a lo profundo y hacerlo a tiempo para la próxima juntada de egresados ’98 que tendremos dentro de cinco años. Ojalá no se muera ninguno porque los voy a necesitar.

Escribo de cara al futuro, escarbando en el pasado compartido con uds. y encuentro algunos recuerdos que me hacen cosquillas y me río solo,otros, en cambio, me vidrian los ojos. Veo aulas, techos altos; escaleras de mármol gastado; los patios, el blanco y el rojo con la imponente parroquia que desde niño veía con asombro porque parecía acariciar el cielo. Siento aquellas mañanas frías como si fueran ayer,  hasta huelo los pedos inescrupulosos y las reuniones convulsionadas en torno al pedo, veo un encendedor prendido entre los cantos de un culo y un curso entero esperando el fogonazo para mearse de la risa. Veo caras inocentes, blancas como la leche y la piel se me eriza, rebobino y pienso, que bonitos pajeros que fuimos. Pero justifíquesenos.La pubertad mandaba entonces en la construcción de esos rostros amorfos de energías no renovables en sacos de piel estirada y huesos todavía de cartílagos. Veo faldas marrones y camisas blancas de las Domínicas transitando el paso de iniciarse en corpiños y toallitas mientras nosotros seguíamos pegándonos papelitos en la espalda. Escucho a los avanzados de la promoción relatando su primera afeitada o que ya tenían ocho pendejos, carajo! que ganas de crecer y que te salieran pelos por todos lados.

Veo que el paso del tiempo corrió el telón y muchos salieron de ese eterno baño que es la adolescencia, aunque otros, todavía la siguen pedaleando con el bistec de hígado.

Escribo de culo al pasado y me cago de risa. Revivo situaciones irrepetibles, asquerosas (me reservo los detalles para la ocasión). Recuerdo la Lifi, en la primaria, y me pregunto si aquellos papís habrán entrado en la masonería con los chicos con capacidades diferentes para el fútbol, Los elegidos de la escuela. Después llegó el secundario, la Lifus y la masturbación. Ahí nos unimos todos al puñetero vicio.Los buenos, los malos, los deportistas, los bochos, los acusetes, todos entrelazados por la misma pasión que construyó esta amistad que hoy nos une, la bendita paja y el que lee esto es puto.

Luego de pasado algunos años construí mi idea de que el orgullo gay de estos tiempos nació, en gran parte, gracias aquél grupo de padres que enseñaba a Los Elegidos como ser estrellas del fútbol infantil, verdaderos hombrecitos ganadores, Los Elegidos salvarían a la familia… Pero en la antesala de las oportunidades quedó claro que muchos Elegidos no querían ser estrellas de fútbol, querían ser lavadores de cabezas en las mejores peluquerías top de Puerto Madero, Belgrano y Punta del Este, y a ellos mis más sentidas congratulaciones porque no hay satisfacción más plena en la vida que la de ser uno mismo, la de conquistarse a sí mismo pese a cualquier adversidad, porque, al fin y al cabo, de la adolescencia se sale recién cuando uno deja de echarle la culpa de todo a los padres. Felicitaciones a los que lo han logrado.

Quince años ya desde aquella tragicómica obra del secundario hasta el presente que hoy me encuentra, panzón casi gordo y ya entrado en la calvicie madurez de la vida con las pelotas rozando el suelo. Un hoy donde sigo reviviendo los momentos del secundario, pero desde el otro lado del aula, en el escritorio del profesor.

Las caras de mis alumnos no se parecen en nada a las nuestras (salvo por los granos). Antes era más fácil, eras cheto o eras negro, ahora la moda es adivinarles el sexo y la onda es no tener onda con nadie que sea de carne y hueso. Los chicos ya casi ni te miran a los ojos y cuando lo hacen te ven como un dinosaurio que se escapó del museo; la pucha che como me duele esto -digo-si hasta ayer yo estaba ahí, de ese lado y no ha pasado el tiempo que ellos tienen en la mirada. Miro a los profes, que somos nosotros, los alumnos de antes, estamos igual que ayer, pero más desconocidos y lejanos que nunca. Me da pena el abismo que nos separa y me da pena la soledad de los chicos. En realidad me doy pena yo mismo porque me obligan a enseñar mentiras, a crear abismos,  mecanizar conceptos fuera de uso que ya no sirven para nada, y con justicia los aburro. Los inspectores de educación hacen diplomaturas en cuidarse el culo y exigen a los directores de escuelas objetivos pelotudos que a su vez estos exigen a los profesores para que realicen aulas adentro, y los docentes exigen o no exigen (para el caso es lo mismo) al alumno que no responde o si responde te manda a la mierda (que para el caso también es lo mismo) pero si te manda a la mierda hay que llamar al padre o al tutor o a cualquiera que atienda el teléfono para notificarle que el niño tiene problemitas de conducta (siempre es el otro el que tiene problemitas) porque no sabe respetar la autoridad, pero el papá o la mamá o el tutor o el que atendió el teléfono llega al colegio y antes de que se le explique el motivo ya putearon al profesor, al preceptor, al psicopedagogo, al ordenanza y a la gente que atiende el kiosco porque tienen que salir de sus trabajos, y entre puteada y puteada, agrega que están todos en contra de su hijo porque es su hijo. En estos casos el protocolo de Pilatos enseña a derivar el quilombo a la Dirección. El papá quilombero tiene que hablar con la máxima autoridad de la escuela (si es que está en la escuela, sino que venga mañana) Igual continúan los insultos y la tentativa de la piña. El Director o Directora pide audiencia con el Inspector para solicitarle cooperación en el conflicto, y el Inspector le pide al Director que tenga paciencia, le explica ‘es lo que hay y que el agua no se mastica’, que él no es el que toma las decisiones finales porque si por él fuera ya lo hubiera solucionado, todo depende del Ministro que a su vez depende del Gobernador y que estos dos viven de caravana o de campaña según la temporada y no se los puede molestar, que por eso o por esto no hay presupuesto para esto o para aquello. Pero, y siempre hay lugar para los peros en estos asuntos, el papá del alumno con problemitas que vino furioso a la escuela, no conforme con la atención recibida también pide audiencia con el Inspector para acusar a todo el colegio de conspirar en contra de su hijo –obviamente queno lo atiende el Inspector porque el que atiende estos quilombos es el cuarto pinche contratado que tiene de secretario- pero nada obsta a que el mensaje de furia con aviso de acudir a la prensa llegue hasta la mesa donde el Inspector domestica al Director y en el momento oportuno lo utiliza para intimar al Director a que ponga en orden su escuela con este padre, su hijo y el irresponsable del profesor con tirada de orejas al señor del kiosco. La reunión termina ahí. El Director/a regresa a la escuela, se encierra en su despacho y no habla con nadie más el resto de la semana. O no regresa y se va a su casa con licencia psiquiátrica el resto de la semana. Mientras tanto, hay que fumarse al delegado gremial que convoca a una asamblea de dos horas diarias hasta que se encuentre una solución al conflicto de la falta de azúcar en la sala de profesores porque todos se hacen los pelotudos a la hora de poner el mango. Luego uno, o yo por ejemplo, entra al curso a dar clases y vasta esa mirada inexpresiva detenida en el tiempo que tienen los alumnos para entender que no es por viejo que me miran así. Es porque están hartos, y uno se queda en bolas y sin defensa legítima que valga para explicar que últimamente todo se ha ido a la mierda y que se trata de una estafa flagrante donde la escuela se ha convertido en una cadena de mentiras a la que el alumno -niño o adolescente- repele hasta donde puede y como puede, gracias a que cuenta con un avanzado y complejo sistema inmunológico que minuciosa y sistemáticamente cada uno de los actores del sistema actual lo usa de inodoro, aunque después tire la cadena, apriete el glade toque, respira hondo y muy filosóficamente dice: Que cagada está la juventud de hoy.

La escuela de hoy ya no crea ni amigos. Ni amigos los alumnos, ni amigos los profesores, ni amigos las familias, ni amigos las pelotas, y nadie dice nada.

Tal vez están pensando que me fui al carajo, pero no lo creo. Eso pueden pensarlo los que se quedaron con el hígado en la mano recitando cantitos homofóbicos típicos de colegios de curas. O los que todavía boyan de recién llegados de Bariloche. Los que viven repitiendo el pasado.

Al principio dije que escribía con la sincera y simple intención de llegar a lo profundo y de hacerlo a tiempo para la próxima juntada, ojalá que no se muriera ninguno porque los iba a necesitar. La próxima juntada es ahora. Es aquí y ahora.  Algunos de uds. ya son padres, otros lo seremos y otros han dicho que sólo serán tíos, pero nada de esto importa porque nos necesitamos todos, nos urgimos estar presentes para que no se nos haga tarde, para que el tiempo no se pase en vano. 

Hace falta retornar al Ser, recordar que todos somos Maestros aprendices desde el primer día hasta el último y que en todos los momentos y circunstancias de la vida, uno educa y es educado, y educar es amar y no se ama sino desde la absoluta libertad de conciencia.

Hace falta que entendamos esto.

Un abrazo fuerte a cada uno, fuertísimo. 

PD: Ya nadie me dice cabezón (piensan que soy viejo y serio) y yo que tanto extraño los buenos chistes de mi cabeza, son las cosas lindas de la vida...  




14 de octubre de 2013

Carta a mi sobrino por nacer.

Hola loquito. No, no, no, nada de cargas, perdón. Hola Lorenzo. Me imagino que estarás ansioso por salir, ¿no? Bueno, no te apures que todo a su debido tiempo llega y ya te queda poquito. Verás que acá vas extrañar el útero. Te lo digo por experiencia. Yo, de vez en cuando lo sigo extrañando y eso que llevo 33 años humanos acá y la verdad es que uno nunca deja de preguntarse qué será de aquel lugar que lo vio salir a uno… siempre se añora el regreso a casa.

Antes que nada, personalmente, te quiero felicitar en nombre de los que te estamos esperando. Nosotros también fuimos espermatozoides y sabemos lo difícil que es llegar a la primera posta, triunfaste entre millones de competidores, por eso, nunca lo olvides, tu llegada será triunfal. Estamos felices por vos.

Otra cosa. Tal vez ya nos conocemos de antes pero igual siempre es bien visto tener buenos modales y, además, puede que ya no seamos los mismos de antes así que me presento. Me llamo Daniel, en esta vida voy a ser tú tío porque soy hermano de tú papá. Espero que me trates bien, porque es la primera vez que voy a ser tío y hace mucho que no me junto ni juego con niños. Pero teneme paciencia, porque estoy dispuesto a jugar con tus reglas y crecer con tus enseñanzas. A cambio te ofrezco información confidencial de tus papis.

Esta carta es maumenos como vos. Tiene siete meses y pico escribiéndose. Es como te dije, soy un tío virgen y voy anotando de una o dos palabras que me van saliendo cuando me siento en la compu a ver tus fotos. Te soy sincero, las ecos serán un gran adelanto pero no te favorecen mucho de cara, te salva esa que se ve que sos hijo e tigre. Pero estoy seguro que los años te van a sentar bien. En el fondo, la genética es buena.

Te cuento que tú mamá está muy emocionada con vos, ya te anotó en inglés, guitarra y pileta; además te hace una eco dos veces a la semana para ver cómo te portas, que no te falte nada y esas cosas, pero tú viejo anda asustado. No sé si es por lo que gasta tu mamá en cositas y juguetitos para tú habitación o porque está recordando todas las cagadas que se mandó y ahora tiene miedo de que vos se las hagas a él... Seguro que esta experiencia lo va a acercar mucho a su papá. El tiempo dirá. Yo, sólo te deseo que no te anoten en catequesis, es lo único que te puede perjudicar la madurez, después de eso, todo el resto es llevable. 

De la familia de tu vieja, la verdad es que los conozco poco, pero se nota que son buena gente, menos ese tal Lucas (tu otro tío) que siempre habla de un asado pero no aparece nunca.

Yo también soy primogénito como vos. ¿Qué loco, no? ¿Cuántas cosas tendremos en común? Te digo que al principio está bueno ser el primero pero después te la debo… Ahora me cae la ficha de porque los últimos serán los primeros pero ya hablaremos de esto más adelante, no te quiero aburrir, sé que vivimos tiempos muy rápidos y tenemos que dirigir bien nuestras acciones porque después no hay tía, así que voy al acné de esta carta: Tu llegada es tu primer triunfo, Lorenzo, y es el éxito de la vida. Sos la creación perfecta de tus padres. Sé siempre agradecido con ellos y honralos amando la vida que te dieron.

Te amamos.

PD. Si tenes un tiempito tirame un mensajito contándome cómo estás o cuándo llegás o si ya sabes qué querés hacer cuando seas grande (en el mercado laboral se necesitan personas que amen lo que hacen, sea lo que sea), tú mami tiene WhatsApp. “Abzo.”   















       
           















       

        

12 de octubre de 2013

Retorno

Desde los tiempos de los espejitos por el oro, a la marihuana por el alfalfa, pasando por el maíz con arena y las armas inservibles, hasta los chocolates con cartitas de amor y, señores, estamos ganando la guerra, a las góndolas con las donaciones en oferta.

Desde el Rey al Papa móvil y desde el Virrey al Teniente General en Jefe del Ejército. 

Desde la conquista a la represión y desde la evangelización a la exclusión. Desde la indulgencia hasta la impunidad. Y desde el esclavo al preso y de la tribu a la villa. Desde la dote hasta la trata y de la gonorrea al vih. Desde las cadenas y los grilletes hasta el paco.

Del status quo al no te metas.

Del granero a Monsanto, y desde el granero al mundo en boleto sólo de ida en trenes cargados de oro, plata, uranio, cobre, cinc, plomo y negros.

Desde las regalías hasta las dietas. 

Desde los sobreprecios hasta la deuda imposible. De la cuota Hilton a los bonos. De la madera al petróleo y desde el arma a la escuela.  

Desde Dios hasta Superman. 
    
Desde el primer genocidio hasta el último. 

Desde un tiempo hasta esta parte, parece que las cosas han cambiado muy poco. Parece que todo sigue el curso de las formas y de las apariencias… de las vejaciones silenciosas. Pero desde esta parte a todos los tiempos del mundo descubrimos una verdad: No están muertos, están retornando, como retorna el agua al agua, que se expande y da vida, porque esa es la identidad: fluir, transformar, retornar. Dar vida a la vida.      


27 de septiembre de 2013

20


No quiero gritar. En ruidos no puedo pensar.
No voy a estar donde otros aturden sus miedos.
No voy obligarte que entiendas.
No voy convencerte del por qué. Ni rogar que me creas.

Entre tantos y tontos, el trajinar es lento.

Los analistas del ser lo que nunca fue
no miran a los ojos. No cagan verdades.

En el silencio abierto te voy a encontrar,
a la orilla del recuerdo, leyendo la historia.
Para desatar el destino hay que seguir el camino.

Errando y boyando, voy y vengo,
no es por la hora que llego tarde,
es por donde estoy cuando llega el momento.

Cuando el desencuentro es frustración,
el consuelo es confianza.
Andando y andando, un día,

nos volveremos ver. 

Escrito N° 20 de la obra Perdón y Gracias, Año 2011. 

15 de septiembre de 2013

Feria x 2

Al fin puedo sentarme a hacer lo que más me gusta: reflejarme en una hoja en blanco.

Feria UNO

El 6/9 re-presenté mi libro Los Choripas y otros cuentos en la feria del libro de la Docta. De entonces a esta parte, entre  los quilombos nuestros de cada día y la necesidad innata de encontrarme a solas a digerir la experiencia vivida; hoy, por fin, me cayó la ficha: La presentación fue un encuentro

Un encuentro verdadero y completo.

Por ejemplo, esa mañana encontré cien pesos en el bolsillo de un saco que me salvaron el almuerzo. Después encontré un taxi apenas lo necesité, (en pleno centro y en la peor hora con casi 40 grados de sensación térmica)

Entonces empecé a hilar la idea de un en-cuentro.

Me encontré en la pasión literaria de Mabel Machado, la escritora y tallerista literaria que presentó mi libro, y digo esto porque encontrarse con Mabel Machado es más difícil que encontrarse con el Papa.

También me encontré en la Nati y en la Cami, que me llenaron de alegría. Me encontré en un gran amigo que hacía añares no veía, el querido Carlitos, con quien tuve tantas charlas de vida que jamás olvidaré, como aquella en que me explicó sus técnicas para que no se oigan los pedos cuando entraba en un baño de casa ajena. Me encontré en Tomás, amigo y colega generoso. Me encontré en las fotos que tomó mi hermano putativo, el negro Mariano. Me encontré en mí tío y en vieja, silenciosos e incondicionales acompañantes de toda la vida. Me encontré en la ausencia de algunos y me encontré también en la familia del Gringo la Belu y el Benja. Me encontré en mi equipo de trabajo, que en la vida siempre van al frente. Me encontré en rostros nuevos que me colmaron de entusiasmo y satisfacción. Me encontré en la energía de la Juli Santillán y me encontré en el apoyo y la paciencia de mi compañera de vida.

Me quedó la sensación de que al mismo tiempo todos se encontraron en todos, coincidiendo en ellos mismos, y pienso por estos tiempos encontrarse tiene un gran valor, porque encontrarse es romper una barrera que nos separa y coincidir es sencillamente bello. 

Principalmente me encontré a mí mismo en el libro y me encontré en las voces que ahí viven, que fue el encuentro que andaba necesitando, la barrera que me separaba. El quiebre lo hice cuando leí uno de los cuentos –no sabía que iba a leer- Ignoro si a otros escritores les pasará lo mismo, pero a mí me sucedió no poder leer nunca mi propia historia.

Ahora me siento más cerca de mí, sé que soy mi camino.

Gracias por acompañarme.



Feria DOS

El 8/9 re- re-presenté Los Choripas y otros cuentos en la feria del libro de La Rioja.  El acto fue de características similares, pero con veintipico grados más de temperatura que en Córdoba, así que hasta el momento de empezar la presentación transpiré aceitunas, aunque eso no fue nada, cuando vi que ya era la hora de empezar y vi la cantidad de sillas vacías que había en la sala, casi me cago encima. En un total aproximado de cien sillas, dos estaban ocupadas, una por una mujer adorable que me decía: “dale mi hijito, presenta el libro” La otra silla la ocupaba el chico del sonido, que parecía estar rogando que se suspendiera para irse a su casa. Me acerqué a una chica de la organización para informarle que iba a suspender la presentación, pero la chica miró la sala y dijo: no, no se puede suspender, si hay una persona presente, debe presentarse.

Y la que la tiro de las patas a la señora adorable, que además insistía: “dale, no seas tímido, presenta el libro” Encima ahora me sonaba a coqueteo.

Bueno, respiré hondo, tomé coraje y me senté en mi lugar. El chico del sonido se levantó sin ganas y fue hacia la consola del sonido, la señora se ubicó en la primera fila al frente mío y apunto estaba de empezar a decir no sé qué cuando se abrió la puerta y entró Fernando, escritor riojano y ahora amigo, que era de los pocos que había leído el libro y además le había gustado. Se sentó al lado mío y ofició de presentador. Atrás de él, entraron unas 12 o 15 personas más que se quedaron hasta el último, hicieron preguntas, se rieron e incluso aplaudieron fuerte cuando terminó la disertación.

En resumidas cuentas fue una experiencia maravillosa y muy cálida, no sólo por los 38 grados que hacía a las diez de la noche, sino por el trato afectuoso y generoso que dispensan los riojanos. Me sentí en familia y eso no tiene precio.  Ojalá vuelva pasado mañana.  Ojalá todos puedan visitar La Rioja.


Gracias Norma Colazo y gracias Gabi Cuello, toneles de besos. Regresé feliz. 




Para ver más fotos pasa por acá.

21 de agosto de 2013

Yo invito

Este fin de semana largo que pasó estuve ausente, me desconecté de todos y de todo. Lo andaba necesitando, fue una decisión imperiosa e improvisada al mismo tiempo.. Aproveché para ir a cortarme el pelo. Sucedió que Oscar, mi jardinero y peluquero de toda la vida, me llamó el jueves por la noche para avisarme que tenía disponible una cuadrilla de pasantes que podían ayudarlo a cortarme el pelo y como lo hacían ad honorem, aproveché nomas. Hace instantes que llegué a casa, la verdad, me siento renovado, como si me hubiera quitado un gran peso de encima. Además, de muy buen humor porque encontré mi segunda vocación en la vida. (o visto como viene la cosa, un extra que voy a integrar en cualquier momento) y es la de convertirme en el mejor lavador de cabezas de las peluquerías que nunca jamás haya existido en la historia de los estilistas. Siento que nací para lavar cabezas, no tengo dudas de lo bien que lo haría, ya imagino sendas señoras copetudas entregadas al placer y la relajación del agua tibia deslizándose entre los pelos, rendidas al roce de mis yemas lubricadas con shampoo de algas que, uno a uno van punzando suavemente cada punto capilar despertando una corrida eléctrica que les eriza la piel de la nuca a los pezones…estremeciéndose por dentro, humedeciéndose en la intimidad de la fantasía y el deseo...      Pero por ahora mi amor incondicional es la escritura. La escritura entendida como la acción de contar algo que se quiere contar. Algo que se siente insaciable hasta que se comparte. Y por compartir les quería contar. Cuando regresé de la peluquería, encontré dos mensajes en el contestador que meritan la chochura al cuadrado que hoy me baña: El primero es que voy a estar en la feria del libro de septiembre. Personalmente pienso que los de la organización se han vuelto locos, pero bue... es problema de ellos, a mí ya me dieron el ok para presentar oficialmente Los Choripas en el marco de la feria, así que ahí estaré, firme, como rulo de estatua parando con el pecho los tomates... Así que vengan y traigan perejiles, Yo invito (la entrada es libre y gratuita).




¿chochura al cuadrado? Sí. Porque el segundo mensaje que tenía en el contestador era la confirmación de que también voy a estar en la feria del libro de La Rioja, dónde y, como si fuera poco, me va a presentar el reconocido historiador y escritor Mario Bravo Tedín. 



¿Qué más les puedo decir? No quiero decir más nada, reciban esta alegría.  


PD: Se agradece difundir. (Y si así no lo hicieran que Dios y la Patria se lo demanden, en la hoguera)      


24 de julio de 2013

No hace falta


No hace falta morir para volver a empezar.

No hace falta morir para tener otra oportunidad, ni hace falta morir para ver la verdad. 

No hace falta morir para amar, ni morir para ser amado otra vez.

No hace falta morir para sanar, ni morir para apagar la tristeza.

No hace falta morir para desaparecer.

No hace falta morir para que sepan quienes somos.

No hace falta morir para pagar deudas.

No hace falta morir para que nos ayuden ni para que nos escuchen. 

No hace falta morir para acompañar, ni hace falta morir para devolver la vida.



Hace falta vivir. Para todo, hace falta vivir. 

20 de julio de 2013

Mi viejo amigo


Hoy amanecí raro. Y lo más sensato que puedo decir, es que abrí los ojos un segundo antes de lo previsto. Podría haber sido un ruido lejano, pero lo dudo porque el silencio era total. Simplemente sucedió, que cuando tuve conciencia de estar despierto, ya tenía los ojos abiertos contemplando el techo de la habitación. Entonces me di cuenta que había algo extraño. Ese algo era Yo. Nunca me había despertado como obra de una simple apertura ocular o un levantamiento de párpados y nada más, mucho menos de cara al techo, como si me estuvieran velando. Me quedé en la misma posición unos segundos más para hacer contacto con el resto de mi cuerpo, empecé por los deditos de los pies, uno a uno fui moviéndolos, luego los tobillos, las rodillas, el osito de peluche, y así hasta asegurarme de que estaba entero y en condiciones operativas normales. Después prendí el celular y miré la hora. La hora no me importó. Era de madrugada y no había ningún motivo para alienarme de la cama, menos con el ´friazón´ que hacia afuera de las colchas. Tampoco me importaron los saludos del día del amigo que entraban al celular. Amigos o ´autollamados´ amigos, viejos caravaneros borrachos que me llenaron el buzón con mensajes de todo tipo que iban desde “si no venís al asado te vamos a romper el culo puto” o “amigo hermano del alma te cago amando loquito sos un amigazo” o “heee cabeza venite para acá ´ta lleno de gatos” Amigos de siempre, cada vez más desconocidos, más repetidos... Creo que ellos saludaban a un Yo viejo que ya no soy… y cavilando con la almohada esperé un poco más la luz del día. Esperé otro poco más. Otro poquito más. Finalmente me decidí y le mandé un mensaje a un desconocido de siempre cada vez más amigo y que casi nunca le escribo.
    
El mensaje decía: Te debo tanto amigo que no alcanzaría esta vida para darte las gracias. Feliz día del amigo, viejo. Te quiero mucho. Un Abrazo enorme, gigante!

Mi viejo todavía no contestó el mensaje. Puede ser que le haya dado un infarto leer que lo quiero mucho, pero mi hermana me hubiera llamado. Tal vez pensó que andaba borracho por ahí y que me pintó la melancolía, o quizás todavía no haya visto que tiene un mensaje nuevo sin leer. Como sea, hoy amanecí raro.             


16 de julio de 2013

Cadena de regalos

Los regalos no se regalan. Me reta mi vieja. Los regalos si se regalan. Desreto a mi vieja. Al menos yo, siempre regalé mis regalos. Cada vez que recibí un regalo, por el motivo que sea y de quien sea, siempre lo guardé para volver a regalarlo en la primera oportunidad que se presentara. Así, pensé desde chico y contra todos los reproches que me hacían por regalar lo que había sido pensado para mí, que iba a formar una cadena de regalos universal. Hasta ahora no dio resultado porque ningún regalo retornó a mis manos. Pero no pierdo la esperanza. Al contrario, doble o nada. 

Celebrando el día Amigo decidí regalar un ejemplar de mí libro Los Choripas con la única condición de que el que lo gane, lo lea y lo regale, pero antes de regalarlo lo endose con su firma y la fecha. Sueño que un día ese libro retorne a casa todo deshojado, arrugado, manchado con mate o vino y repleto de firmas y fechas. 

Imaginarlo ya me hace felíz y me llena la imaginación de cosas y episodios muy graciosos. 

El libro lo voy a sortear el Sábado 20/07 entre todos aquellos que se animen a publicar cualquier huevada y/o pavada en mi muro diciendo que quieren el libro. La consigna es muy fácil: Pueden postear lo que se les de la gana. 

Para aquellos que no estén en Córdoba o en Argentina, no se preocupen, participen igual, yo les garantizo que el libro llega a cualquier lado, porque la amistad no conoce de fronteras. Consideren éste, un regalo para regalar.

Para publicar pavadas en mi muro, apretar acá: limoncito regalón 

Los espero, no sean vagos. 

Amigos son los huevos

Amigos son los huevos, y se viven pegando. Sabe decir mi Nona. Yo creo que de algún modo tiene razón. Los huevos, como los amigos nunca se separan (al menos voluntariamente) y es verdad que se viven pegando. Pero la idea de mi nona peca de machista. Bien podrían ser amigos las tetas y todavía mucho más delicadas que andar a los golpes. No sé, pensándolo bien, siento que la amistad no es una cuestión de sexos, es más bien un asunto de almas. 

15 de julio de 2013

Semana dedicada

Hace un par de años que prescindí de festejar los días que se han vuelto obsesivamente comerciales, sea el de la madre, el del padre, de la patria o de la poronga. No me importan. Aunque, y aclaro esto antes de que salte algún pavo a decir que el día de la madre es todos los días o pelotudeces afines, si celebro, con admiración y profundo amor la vida en si misma, en todo y cada instante que puedo y comprendo. Ahora, también es cierto y lo digo, que tengo un día al que no renuncio a festejar pese a su comercialización. (Me chupa un huevo mis contradicciones, son mías) y ese día es el día del amigo. Fecha que me sensibiliza hasta los pelitos más enruladitos que tengo. Por ello, esta semana será dedicada a la amistad, hasta el hartazgo. Voy a compartir frases, anécdotas, fotos y regalos, hasta que algún buen amigo pague el asado. Muchas felicidades a todos y espero que se emocionen y lloren como borrachos.  Por una mera cuestión practica, la mayoría de las fotos y comentarios van a pasar primero por mi muro de los flagelos en feibus, al que pueden acceder sin necesidad de que me acepten como amigos, pero dado que vamos a festejar la amistad, no estaría de más hacerlo. Acá pueden espiar mi muro: ir a la casa del limoncito  Vengan, pasen, está abierto. 

A divertirse!

16 de junio de 2013

Un gato en el velorio

Don José Marcial López Aragón Cortez, ha muerto en la víspera de hoy.

Uno de los más importantes y reservados colaboradores de la Iglesia del pueblo, partió a mejor vida. Dijo el cura párroco, aunque los presentes carecían de fe para imaginar una mejor vida que la de José Marcial. 

Vale redundar, que el millonario murió cuando su corazón le dejó de servir, como si fuera una profecía cumplida, porque el viejo tenía esa costumbre de descartar todo lo aquello que no le sirviera más. Su vida había sido gris como la neblina, cuando no, oscura y desgraciada para los que anduvieran cerca.  El viejito palmó en la ciudad que lo vio nacer, San Francisco, pero para ser exactos con la fenomenología de los acontecimientos extraños que tiene la vida, el viejo millonario, murió en la misma habitación donde nació, la habitación principal del palacio familiar donde su madre lo había alumbrado 95 años atrás, y tras su partida había quedado una herencia tan grande como dolorosa.

La noticia de que el último baluarte de la aristocracia del interior del país había dejado de existir, rápidamente se propagó a todos los rincones donde el acaudalado José Marcial tenía una finca, estancia o negocio.  

Los López Aragón Cortez, son, sin duda alguna, el resultado de la unión de las familias más poderosas y acomodadas que registra la historia de Córdoba.  Habían formado parte del clan de familias fundadoras del Poder Judicial, por tanto, habían elegido a los primeros jueces, a los fiscales, a secretarios y demás funcionarios a la Justicia local, ergo, el resto de las influencias llegaron por añadidura a aquellas selecciones de personal, igual que las tierras que ganaba en juicios; digámoslo así: Algunos favores se debían toda la vida.

Aunque no constaba en ningún documento, ni público ni privado que lo probara, se sabe de un pacto secreto entre las familias que aún perdura vigente. Tratábase de un “Pacto de Respaldo Mutuo” donde se habían jurado apoyo incondicional entre las tres familias que estaban en la cima de la alcurnia. El trato tenía por fin, respaldar, apoyar y defender todo tipo de acción para perpetuar el estilo de la clase y el poder en la descendencia sanguínea por el resto de las generaciones venideras.       

Ahora bien, volviendo a la muerte, dicen los que saben, que a veces la muerte no es una pérdida, sino un alivio, que la muerte libera y, bien podría ser éste el caso, pues, al viejo, no lo quería ni la madre, o mejor dicho, el viejo no quería ni a su propia sombra.  La fama de viejo crápula “ijoeputa” lo precedía. Era conocido por la mayoría de los que rodeaban a José Marcial, que la historia de su vida y la de su fortuna venían enredadas de engaños y traiciones familiares, abusos y sangre inocente derramada, aunque Don José Marcial, no había sido ni el primero ni el ideólogo de la familia en ordenar que se tirasen por tierra la toldería de los Pampas que habitaban al Este, perdieron sus tierras sin saber como ni por qué; el difunto había sido el mentor que fundó el periódico “La Verdad” sólo para anunciar el progreso de la civilización y el avance de las vías y las industrias sobre los arados y las casas de los originarios que eran expulsados con sendas represiones por la policía que los desalojaba en cumplimiento del deber de ordenes judiciales, que jueces, nombrados por la familia del muerto, habían mandado a cumplir, mas, en reconocimiento del valor y el coraje de las cuadrillas de policías, estos, habían sido autorizados a hacerse de los bienes muebles abandonados por los salvajes expulsados.

El viejo, había contribuido suficiente a seguir amasando fortunas y hacer crecer el patrimonio de la familia a cualquier precio y sin escrúpulos.

También se sabía, pero nadie se atrevía a decirlo, que el difunto tenía más de una decena de hijos con las empeladas que le servían en el palacio y, cuando quedaban embarazadas, con la promesa de que al niño nunca le faltaría ni techo ni trabajo, las mandaba a trabajar a las fincas que poseía en los campos, de ahí, su fama de crápula.  Lo cierto es que, a pesar de que tenía herederos distribuidos por toda la provincia, en los papeles sólo se le conocía una esposa, Lilian Meet, con quien habían tenido un único hijo, el señorito José Leopoldo López Aragón Cortez, quien vivía en Londres, la ciudad natal de su madre. 

Entre las personas que se alegraron de que el viejo disoluto había, por decirlo de alguna manera elegante, estirado las piernas, había una en particular que vivía la situación con efusión y expectativas, agradeciendo plegarias al destino por la oportunidad que podía presentársele.  Se trataba de Juan Carlos.

Juan Carlos, es empleado de la funeraria más prestigiosa y reconocida de todo el noroeste de Córdoba.  Él se encargaba de recibir el cuerpo, asearlo, cambiarle la ropa, si era necesario lo afeitaba, lo peinaba incluso lo perfumaba; tenía la responsabilidad de controlar, con discreción, que el cuerpo no segregara ninguna sustancia ni emanara algún gas desagradable mientras se lo velaba.  También acomodaba las coronas de flores y hacía las veces de recepcionista y chofer del cortejo fúnebre, en definitiva, era el principal empleado de la casa y, además era leal, responsable y dedicado. Un hombre apasionado y sensible que a partir de la experiencia de la desgracia ajena y el desgarro de los que pierden un afecto sin previo aviso, había aprendido a presentar, ante un público más delicado que porcelana china, a la Muerte, con cierta dulzura y tan buen trato, que cada vez que alguno veía a su familiar reposando adentro del ataúd, daba la impresión de ver al muerto más relajado de lo que estaba antes de partir.

Era muy común escuchar a Juan Carlos hablar de su trabajo, en realidad siempre hablaba de su trabajo, de los cuerpos, de las distintas formas de morir, del dolor o del no dolor de los familiares, de la calidad de los ataúdes, a veces, con unos vinitos adentro, contaba que hablaba con los muertos mientras los preparaba y, que hubo algunos que se días después se le aparecían en los sueños y le contestaban, incluso, que le pedían que llevara mensajes a los familiares… Pero, sea como sea la relación que Juan Carlos tenía con los muertos, él, era de esos tipos buenos que siempre encontraban una enseñanza de vida en todo lo que hacían, solía decir que El mejor maestro en la vida  era el dolor, porque lo que te enseñaba no se olvidaba más hasta la muerte y, más allá, sobre la fragilidad de la vida sabía todo y, era gracias a la mismísima muerte a la que se refería como la fiesta sorpresa a la que todos estamos invitados.

Su trabajo lo había hecho ser como es, un tipo simple, alegre y apasionado.

En la imaginación de Juan Carlos, como era de esperar, el velorio de López Aragón Cortez, debía hacerse en el lugar de más clase de Córdoba, su funeraria. Ésta era la oportunidad que había estado esperando desde hacia mucho tiempo para demostrar a los dueños el arte que había creado, con lo cual, estaba seguro de conseguir un reconocimiento y un aumento.

Y así sucedió.

La familia del extinto multimillonario, confirmó en comunicado de prensa que velaría los restos de don José 
Marcial en el lugar que más se acercaba a su clase.

Juan Carlos, determinado y prolijo como había sido siempre, preparó el detrás de escena con todo el despliegue de sus instrumentos de trabajo preferidos y, con la pasión que caracteriza a los grandes artistas de la historia, empezó su labor, pero, primero lo primero, -pensó- y seleccionó la pista número tres de su cd de “mejores canciones” esas que el definía como aquellas que encendían su alma, subió el volumen al máximo y, cuando empezó a sonar Soldado del Amor, se dejó llevar… empezó por los dedos huesudos del muerto emparejándole las cutículas, cortó las uñas, limó un poquito donde era necesario.  Para la ocasión, estreno la navaja que había comprado años atrás cuando soñaba ésta oportunidad, después cortó dos pelitos que salían de la nariz y otros de la oreja.  Luego, manguereó el cuerpo con agua tibia lo bañó con un jabón mezcla de aloe vera con canela y le enjuagó la calva con un shampoo casero de ortigas que compraba cada vez que visitaba sus parientes de Villa Dolores; con meticuloso pulso dio una rasurada perfecta; peinó las cejas para que quedaran parejitas usando un gel a base de manteca de algas para dar luminosidad a la zona de los ojos. Cuando terminó, secó el cuerpo, lo maquilló y lo vistió para la ocasión, por último, el toque final, los algodones absorbentes  prolijamente acomodados dentro de las fosas nasales y el enrosque de la lengua bien al fondo de la garganta rellenando el resto de la boca con más algodón para sellar los labios con un pegamento especial dejando un pequeñísimo orificio para que escape el aire.  Ahora si, el cuerpo está como si no hubiera pasado nada, el anfitrión de la fiesta estaba listo para recibir sus últimas visitas –Pensó mientras se ponía un poquito de saliva en el dedo para emprolijar el último detalle en la pestaña derecha- recién ahí, apagó la música.

Cuando termino, fue a cambiarse de ropa, aún le quedaban las correcciones finales de la sala, y algunos a llegados de la familia ya se habían hecho presentes, fue entonces, cuando tomó conciencia de la alta clase social de los invitados que empezaban a llegar, sintió los primeros retorcijones de nervios, recordó cuanto le molestaba de chico lo llamaran “Juanca” y las fibras íntimas del humor le alteraron la tranquilidad estomacal,  Juanca, había subestimado la presión de los grandes eventos, pero por suerte, la viuda, había ordenado expresamente que aguardaran su llegada, Ella, vería a solas y primero que nadie a su marido para autorizar el inicio de la velada. 

Juan Carlos intuía algo extraño flotando en el ambiente, lo primero que se le vino a la cabeza fue el la cara del finado, inmediatamente fue a verlo, todo estaba en orden, trató de calmarse haciendo sus cosas.

En un vuelo sin escalas, acaban de arribar al país en el avión privado de la familia, Lilian Meet y su hijo.

                          -Señora, bienvenida. Nuestro más profundo pésame para éste duro momento que les toca pasar.

El saludo formal de Antonio, dueño de la funeraria, no movió un pelo de la señora ni de su hijo, que no perdieron tiempo en saludos   

                           -¿Dónde está mi marido?

                                               -Si señora, adelante, por acá van verlo…

Todo estaba listo.

La cara de José Marcial López Aragón Cortez adentro del cajón se iluminaba con brillo por el contraste de la cobertura blanca del ataúd, en rigor a la verdad, gracias a las manos apasionadas de Juan Carlos que había hecho un trabajo perfecto, el aspecto general del finado se había favorecido bastante en comparación a cuando estaba en vida.

La millonaria viuda y el hijo observaban el cajón en silencio, Antonio y Juan Carlos esperaban detrás, a los dos les llamaba la atención la distancia que había entre la madre, el hijo y el difunto, habían pasado poco más de un minuto y no había reacción de dolor ni de consuelo entre ellos, era como ver un auto que estaba a la venta, algo estaba faltando… hasta la que Sra. Meet, tuvo un inesperado rapto de furia que rompió el silencio:

                -NO, NO y ¡NO! Así, no pueden mostrarlo.

Antonio y Juan Carlos,  seguían inmutables.  

                                              -¿Dónde está su peluquín? Gritó la viuda.

Juan Carlos empalideció como si él fuera el muerto, empezó a sudar en frío y su estómago se revolucionó violentamente, no pudo evitar tener que poner la mano en la panza para calmar los retorcijones, sintió que el mundo se le caía en la cabeza como una tormenta de granizos...

Ni él, ni Antonio tenían idea de que el viejo usaba peluquín, el que seguramente se habría extraviado por ahí 
o tal vez se lo habría robado algún empleado que odiaba al tirano, pero en fin, del peluquín ni un pelo…

La furia de la Sra. Meet se tornó incontrolable, enojada, como sólo saben enojarse los ricos, se dirigió a los dos y mirándolos fijo a los ojos les juró que si no encontraban el peluquín de su marido, jamás por los jamás de los jamases, volverían a encontrar un trabajo sobre la tierra de éste continente.

                    -Si alguien se entera, que mi marido era pelado, les doy mi palabra que Uds. van a desear estar enterrados con él antes de saber lo que soy capaz de hacer… por mi vida, que tienen los minutos contados para solucionar esto. ¿Quedó claro?

-Si señora.

El “si” de los dos, fue suave y cortito, como niños en penitencia.

En eso, después del si, se oyó al hijo:

                       -Te dije mamá, yo te dije, en Londres estas cosas no pasarían, todo esto es culpa tuya…

Lilian Meet y el señorito se retiraron del cuarto frigorífico donde estaban y se fueron a recibir las personas que iban llegando como tropeles. 

Juan Carlos sabía que ahora le tocaba oír al jefe, pero el que sabe, sabe, y Antonio no es dueño por casualidad, no perdió tiempo en reproches, se limitó a mirarlo, con eso bastó para comprender el futuro, después, sin perder tiempo, buscó un número de teléfono y le dijo: -llama de mi parte, pregunta por Lucía, explícale que se trata de una urgencia. Que venga de inmediato.

                           –Sí señor. Respondió Juan Carlos, que tenía la moral por el suelo y el orgullo en un cenicero.

Don José Marcial López Aragón Cortez y Juan Carlos habían quedado otra vez a solas, uno acostado mirando el techo, y el otro sentado sobre los pies del cajón, encorvado, con los pies cruzados.  Juan se encendió un cigarrillo, observaba al muerto, daba una pitada al cigarrillo, volvía a mirar la cara de José Marcial …si serás culiadito viejo, hasta muerto te gusta joder a la gente que labura para vos… y exhaló el humo del cigarrillo con fuerza directo a la cara del muerto, estaba a punto de tirarle las cenizas encima de la cara cuando oyó que alguien entraba, era ella, Lucía, una mujer hermosa, más o menos de la misma edad que él, que no había visto antes, de repente se sintió descubierto y mal ubicado, se sonrojó rápidamente, Lucía se dio cuenta, pero lo tomó con gracia y a cambio le regaló una mueca de complicidad.
Se saludaron con un beso y los conceptos de la química se estrellaron en los carriles de la mirada.  La fuerza de atracción les era irresistible para ambos, las primeras palabras estaban todas demás, nada era mejor en ese instante, que dejarse llevar por la sorpresa del encuentro.

Lucía, además de ser la mujer más linda que habían visto los ojos de Juan Carlos, era una experta peluquera y la mejor fabricante de pelucas de pelo natural. Ni bien se presentaron, Ella empezó a trabajar  

                       -A ver, que tenemos acá…mmm… Pobre viejo –dijo Lucía- ni muerto ha podido mostrarse como es, que pena dan los que viven así, no te parece?

El pensamiento de Lucía le caló un toque en la conciencia, le hizo sentir un dejo de culpa y un poquito de vergüenza ante la nobleza de Ella.  

-Claro, si, presupuesto, por supuesto digo.

La belleza de la peluquera le provocaba un alboroto de palabras en la boca, y probando un peluquín, probando otro, Lucía, volvió a sonreírle y desinhibió la tartamudez.  Empezaron a entenderse con la mirada y tuvieron una conversación tan fluida, que cualquiera que los hubiera visto, podría pensar que se conocían hace años, entre charla y charla, Lucía seleccionó el peluquín que mejor le quedaba al muerto.

Juan Carlos, que nunca había visto al viejo con pelo, consintió la selección, sin duda, era el quincho que mejor le quedaba, estaba como nuevo, la línea prolijamente peinada, flequillo al costado y, como si fuera poco, el castaño hacía juego con el cajón -¿qué más se podía pedir?-

-Listo el pollo. Ironizó Lucía.
-Sale con fritas, retrucó Juan Carlos.

En pocos minutos, Lucía y Juan Carlos, habían hecho el equipo de trabajo soñado por cualquiera, se entendían a la perfección; pero el cuerpo, que ya no tiene tiempo para perder en cuestiones de verse bien, sino para conservarse en buen estado, obligó a interrumpir el incipiente amor y seguir con el velorio. Juan Carlos inmediatamente puso el cajón en la sala para el público e hizo pasar a los deudos a dar el último adiós, uno a uno, se fueron aproximando y a medida que pasaban se iban amontonando alrededor del muerto, algo cuchicheaban, ninguno quería alejarse de la imagen,  detalle que instantáneamente notó Lilian Meet que no dudó en acercarse rápida al cajón y cuando vio el cuerpo de su marido, repentinamente se les desencajaron los ojos y agarrándose la cabeza empezó a gritar como si estuviera viendo un fantasma, gritó y gritó, hasta que se arrojó sobre el cajón del marido abrazándolo con tal vehemencia que en esa acción cayeron los dos al piso, primero la señora y encima de ella, el marido, que literalmente cayó con peso muerto sobre la viuda que seguía gritando hasta que el oxigeno dejó de llegarle al cerebro y se desmayó desplomada, como una bolsa de papas, con las piernas desparramadas, varios tuvieron que girar sus caras por la impresión de ver el enorme calzón de la señora y la cabeza del muerto en la entrepierna; el señorito corría despavorido por sala gritando “auxilio, auxilio” en un estado catatónico de nervios y ansiedad que también lo llevó al desmayo .

Desalojaron la sala para dejar lugar a los paramédicos del servicio de emergencia que hacían primeros auxilios.  Madre e hijo, fueron trasladados al hospital. El dueño estaba desesperado, en la puerta de la funeraria esperaba la prensa, que ya estaban agitando para entrar y saber que había pasado, a los gritos preguntaba que había pasado, Juan Carlos y Lucía se miraban con cara de póker y se preguntaban lo mismo.

Nadie comprendía que había pasado. Nadie. El velorio había terminado ahí.

Pero, entre gritos y gritos de Antonio, alguien se acercaba tímidamente, una señora un tanto mayor, bajita, media gordita, de expresión sumisa pero tierna, ella había visto y entendido todo, -Señor, disculpe, -pausó esperando atención-
 
-¿Qué quiere? Contestó de mal modo el dueño.  

-Me llamo María, yo soy el ama de llaves de la Señora Lilian y el difunto señor Marcial, yo sé porque se desmayó mí señora…

-Bueno, cuéntenos ¿por qué? ¿Qué está esperando?

-La Señora Lilian es muy especial ya lo habrán notado… bueno… primero, el color del pelo que usaron no es el mismo que usaba el Señor, pero eso no es nada, lo que alteró a la doña, fue ver que la etiqueta del precio había quedado a la vista, entonces ella se arrojó a quitarla y volteó el cajón, se veía a la legua, arribita de la oreja, $99,90 MADE IN CHINA decía…

Como correspondía, ese mismo día despidieron a Juan Carlos.





  

11 de mayo de 2013

Crónica en primera persona


Llegó el después, que siempre es el ahora. El después de la presentación de mi primer libro que es el ahora de, más o menos, dos años de dedicación, de selección de textos, de corrección, de creer, de no creer,  de pedir consejos, de verlo cerca, de verlo imposible, de creer, de dudar, de acumular trabajo, ropa sucia y tener que salir a la calle con suéter y 30 grados de calor porque no hacia tiempo de planchar la camisa.
La presentación fue el sábado pasado en casa Dadá. Estuvieron presentes alrededor de setenta personas, físicamente hablando, pero cuánticamente estuvieron presentes muchos más de setenta, muchos más.
La velada empezó impuntual, como todos los eventos que se organizan en Córdoba; y empezó con la proyección de las fotos que enviaron lectores fanáticos de la sangría con la tapa del libro probando suerte para ganar el premio mayor: un sangrión. La foto ganadora fue la de la parejita de Daniela Guillen y Javier Hidalgo:



Luego, subió a las tablas, con todo su encanto y belleza, la hermosa Lube, que empezó a cantar con tal ternura y sensualidad, que casi terminamos todos chapando. Un aplauso, un gracias inmenso y toneles de besos para vos, Luciana.  

    

Sobre el plato principal de la noche, dicen, que estuvo lindo, que fue simple y profundo a la vez. Que lo más lindo fue que se trató de algo divertido y original para presentar un libro. Para los que no lo saben, la presentación se basó en la representación “teatralizada” de un reencuentro en la mesa de un bar entre dos amigos que hacía mucho tiempo que no se veían –mí amigo personal Pablo Fernández y Yo- y en ese encuentro, fernet de por medio, conversábamos sobre las historias y los personajes del libro.










Personalmente, rescato dos comentarios locuaces: El primero lo hicieron sin saber que yo lo estaba escuchando, y dice así “¿Quién iba a pensar que el cabezón fuera a presentar un libro?”  La verdad, que ni Yo mismo me hubiera imaginado publicando un libro, no al menos, en el tiempo en que mi amigo preopinante me conoció y fijó, con cierta rigidez mental, una conceptualización mía que de un tiempo (aquél) a esta parte (ahora), habría que actualizar.  

El segundo comentario, y el más repetido, fue que varios se marcharon del lugar diciendo que se iban con muchas ganas de leer el libro por la curiosidad que les generó el relato actuado. El comentario viene a mí, como la confirmación de un logro, y es el de que viejos amigos serán nuevos lectores, no míos ni de nadie en particular, sí de este libro, de sus historias y de sus voces, y también lo serán de ellos mismos si se identifican con alguno de los personajes que viven en esas páginas, lo cual me llena de felicidad porque sé, que no leen un carajo y estoy convencido –absolutamente convencido- que la lectura es uno de los ejercicios imprescindibles para tener una mente lúcida, que la lectura inevitablemente lleva l autoconocimiento personal, a madurar en los sentimientos y en los pensamientos; leer es fabricar herramientas que abren cajas fuertes mentales. Que la lectura es un medio para la libertad, como vivir en un globo que nos asfixia y encontrar un alfiler, sino, lean a Paulo Ferire y entérense.

En lo artístico, cara de mármol tengo, me toca confesar que no dije nada de lo que había ensayado y tenía que decir. Que al final de la obra me anulé y se me borraron todos los saludos y reconocimientos que nobleza obliga hacer y, además de boludo, quedé como un egoísta. Pero, pese a ello, salió todo tan natural que casi nadie lo notó, ni siquiera nosotros, los actuantes, ergo, naturalmente soy un boludo egoísta.   

También, celebro con orgullo que la casa haya agotado el stock de choripanes y cerveza antes de las 2 am.    

Así, balanceando las circunstancias, puedo decir políticamente que el resultado ha sido no negativo, pero esto no me satisface. Hablar políticamente, no me llena. 

                                                  Yo, me sigo preguntando por mí.

                                                                 Y, yo, ¿qué siento?

Desde la noche de la presentación a hoy, me he rodeado de silencio para escuchar que responden mis voces.

                                Y después, que es el ahora, me contesto: 
                                                                                                                
                                                                                                                              me siento agotado.

Los primeros días después de la presentación, mi mente no freno, ni por un segundo,  de arrojar juicios de valor con pesadas cargas emocionales que conscientemente intentaba frenar: Poco, mucho, sonido, bueno, malo, luces, faltó, sobró, no se escuchó, dije bien, dije mal, se entendió, no sé entendió. Etc. Etc. Etc.
      
                              Me siento pleno.

Porque, pese a lo severo y drástico que pueda ser uno consigo mismo cuando el ego no para de juzgarle cada acto y circunstancia, si se logra evitar la influencia nefasta de esos prejuicios queda, pura y transparente, la experiencia. Recién ahí, aparece lo mejor, el maravilloso sentimiento de la plenitud de amar un instante único, indivisible e imborrable. La autenticidad de ser uno mismo, al derecho y al revés, sin más cuestionamientos que ser y nada más.

                                                                                                                                      SiEnTo AlEgRíA.

La siento en el corazón, porque ningún juicio llegó a empañarme el cristal por donde observo lo que hago. Es mí alegría personal por un primogénito triunfo.

siento tristeza.

La______de____________dos_____________ausencias.

                                                             Siento paz.

Porque comprendí que la tristeza y la alegría no son contradictorios ni excluyentes. Plenitud es eso, ver –vivir- la experiencia con toda la gama de colores que ésta nos dé, sin negar ni criticar, simplemente están y son, colores diferentes.

SIENTO SABIDURÍA.

Sabiduría que nace del corazón cuando estás haciendo lo que amas, aunque todavía no sepas como se hace, pero haciéndolo vas aprendiendo a amar, a  uno, a vos, al otro, al perro, a la vida y todo lo que hay en ella y te rodea. Eso si hace sabio a cualquiera.

                                          Siento                                         GANAS.

Ganas de seguir adelante y de hacer más. Siento ganas de contagiar al que esté ahí, leyendo este blog, así, que salí y anda a buscar lo que amas. Esa es la experiencia que vale.      
                                                     
             Córdoba, en otoño de 2013. Pensá Limón, Daniel E. Hidalgo.-


PD: Más fotos de la presentación en facebook.