20 de noviembre de 2012

Vecinos


Santi se quedó pensativo. Dudaba. Miraba a su esposa como diciéndole: -Este guaso no nos va a pagar, pero igual le fio.  Le cuesta mucho decir que no, sobre todo cuando hay chicos en el medio.  Su esposa lo mira y lo entiende, lo conoce bien, sabe que tiene un corazón blando, que a veces supera lo generoso; igual le hace cara para que aprenda a decir que NO de vez en cuando, porque en el fondo, la guardiana de la economía de la familia, es Ella.  

En el hall de entrada del edificio se produjo una discusión; Sofi, que venía del jardincito, se enojó con Gustavo, el portero, porque éste la retó por correr en el pasillo con un crayón en la mano que decoró exactamente hasta la puerta del ascensor.  Simplemente le dio un gritito cortante: NO NENITA. Gritó

La verdad es que no fue para tanto. Gustavo, casi nunca se enoja, menos con los niños, pero por esos días andaba  un poco nervioso, como estresado. Trató de explicar-excusarse, diciendo que después llegaría la Sandra del 2° A y que lo acusaría con Horacio, el administrador, porque no limpió el rayón que hizo Sofi en la pared.  Sandra ya acusó varias veces al portero porque dice que se la pasa toda la tarde en el 5° A arrimándole el ala a Luciana, la más linda del edificio.

Pero a Sofi, que no le gusta que nadie la rete, empezó a llorar insufriblemente, y Fabi, la mamá de Sofi, también se enojó –se le nota en la cara inmediatamente- pero no con Gustavo ni con Sofi, se enojó con Maxi, su marido-separado que todavía vive con ella porque ambos han decidido seguir juntos por la nena. Fabi le echa la culpa al papá de Sofi por el carácter insoportablemente caprichoso que tiene su hija, dice que salió a él, por eso se enoja. Entonces, cuando entran al departamento pelean y se gritan muy fuerte los dos. Y cada vez que pasa esto, que sería a diario según Gustavo,  Antonio y Mercedes, que viven al lado, salen a pasear a Mateo, su adornado y amado Caniche Toy que pone los pelos de punta a Ricardo, el policía solterón que vive abajo que odia esos perritos porque dice que son perritos de putos. Pero, como también le apunta a Luciana cada vez que la ve, no denuncia en la administración que hay un perro en el edificio, porque sabe que a Luciana le encantan los Caniches y detesta los gatos. Especialmente detestable le parece a Luciana, la gata que tiene su vecina, Liliana, una siamesa –dice la Lu- la tiene todo el día en brazos, pero todas las noches se escapa por ahí a coger con cualquiera. Si será trola esa gata, -dice con puntos suspensivos-.

Según Gustavo y Ricardo, que hablan seguido porque tienen los mismos gustos, creen que Luciana y Liliana se llevan mal porque a Luciana le molesta que Liliana tenga un novio diez años más chico que ella y que además sea amigo de su ex novio Mauricio que recién se muda al décimo A, y desde que se mudó hizo tres fiestas seguidas para inaugurar el depto (jueves, viernes y sábado) con compañeros y amigotas que, según dice Calvino, el guardia de los fines de semana, las amigotas deber ser parientes del siamés de Liliana.

Por estas fiestas, a Mauricio no lo quiere nadie en el edificio.

Hace poco, en la última fiesta, hubo incidentes cuando Patricio, un compañero de trabajo de Mauricio, se quedó dormido en el palier al lado de la escalera con una de las invitadas que llenó todo el descanso del entrepiso con vómito. Digamos que eso no fue lo más escandaloso de la noche, sino el lío que se armó cuando Lorena del 8° H, salió a ver que pasaba y vio a su cuñado Patricio en ese estado deplorable abrazado a la chica que lo acompañaba.  En repudio a la escena descarada que brindaba su cuñado con la piba, llamó a su hermana Alejandra, la mujer de Patricio, para que viniera a verlo con sus propios ojos. Alejandra que estaba muy angustiada porque su esposo no aparecía por casa, tardó tres minutos en llegar al edificio y hacer el escándalo del siglo, por lo menos, eso contó Javier, el novio de Lorena, el lunes cuando vio a Gustavo, el portero, que no tardó en subir a contarle el chisme de lo que había pasado en el departamento de Mauricio a su ex Luciana, pero cuando llegó, ya estaba Horacio, el administrador, tomando mates con Luciana y además de haberle contado todo, le prometió que iba a multar a Mauricio todos los meses hasta que se fuera del edificio.

Gustavo furioso de celos, bajó al almacén y le contó a Santi, el almacenero, que había descubierto a Horacio, el administrador, teniendo sexo con Agustín, el gay que vive al lado de Mauricio; Santi que al principio dudó de Gustavo, terminó creyéndole porque se acordó que Agustín –el gay- varias veces había dicho en el kiosco que Gustavo era un chismoso que sabía la vida de todos en el edificio. Entonces Santi, dio crédito a la versión de Gustavo sobre Horacio y Agustín y al llegar la noche, Santi le contó a Cristina, su esposa, lo que le había contado Gustavo, lo cual le sorprendía porque la semana anterior, Fabi, la mamá de Sofi, le contó que había visto a Gustavo entrando al departamento de Agustín y que para Fabi, entre ellos, pasaba algo. Cuando Cristina terminó de contarle esto, Santi la miró pensativo, inseguro, después de reflexionar un momento en silencio dijo:

-Mira, por mí, que cada uno haga de su culo un florero y le ponga la flor que más le guste, mientras que todos los del edificio me paguen el fiado, todo el resto es puterío.