¡Bienvenido
a la vida terrestre, sobrino!
¡BIENVENIDO,
LORENZO, QUERIDO! ¡La alegría es gigante!
Hoy, a cuatro meses de tu desembarco en la Tierra,
seguimos todos muy felices y muy emocionados y muy contentos y muy de todo lo
bueno y hermoso que puede sentir un ser humano vivo por recibir a uno más de los
suyos. Este es uno de esos momentos en que la vida le quiebra el rumbo cualquiera;
hoy parece ayer y ayer vivirá alegre cada vez que llegue mañana, por eso, querido
sobrino, ya te irás acostumbrando a que una vez por año se cumpla tu día aniversario,
y la gente que te quiere lo celebre con todo, le dicen fiesta de cumpleaños. No
te preocupes por tus primeros cumpleaños, no los vas a disfrutar un carajo ni
vas a entender por qué todo el mundo te
babosea la cara más de lo normal ni por qué llegan
todos a visitarte el mismo día invadiendo tu tranquilidad, después de un par de
añitos se van a ir poniendo buenos y provechosos.
Tu aterrizaje fue un éxito. Descendiste de entre las
alturas y de entre las trompas y al primer contacto con la tierra fueron a tu abrigo
los brazos de tu mamá. Mejor, imposible. Tu papi también estuvo ahí, al lado de
tu mamá, pero no podía decir mucho porque
iba a vomitar de la impresión.
Además de la bienvenida, yo te quiero dar mis
felicitaciones. Hay que reconocer tu valentía, hacer todo ese viaje solo
muestra tus ganas de estar acá. Que nadie, nunca,
te quite el valor de explorar la vida. Por acá ya casi nadie se anima a andar
solo por las calles, menos de noche, dicen que es por una gripe virósica que
tiene a todos resfriados de miedo, pero vos no te asustes, se contagia por
boludismo y para prevenirlo no hace falta que te vacunen sólo tenés que mantenerte
alegre.
Otra cosa. Te cuento que las malas lenguas están
diciendo que el parto no fue tan en paz ni bonito como yo te lo cuento, no le lleves
el apunte, a menudo, te vas a cruzar gente que está inconforme las 24 horas del
día y que encuentran dos problemas para cada solución, son muy eficientes como
verás, pero se pasan la vida quejándose y eso enferma;
la única lengua buena, de verdad, es la que prepara tu abuela a la
vinagreta, el resto son todas malas y los que dicen que tu parto no fue
tranquilo es porque vos caíste por parto natural, algo que hace mucho daño a
las obras sociales. El trabajo de parto fue durísimo para tu mamá y para el médico, para los enfermeros, y para los
demás pacientes que estaban en el hospital, porque te colgaste, pendejo,
demoraste más de doce horas en cabecear para afuera. Ahora cuando quieras salir
a jugar afuera tu mamá no te va a creer un pito, además, dijeron, los testigos
de Jehová que cruzaban la calle en ese momento, que tu
mamá gritaba y gritaba, que gritó tanto que no se oyó ni un solo fuego
artificial en toda la noche. Pero a ella no
le importó nada, no le importó el tiempo de una noche que no se destapaba, ni
el miedo de no saber lo que seguía ni
el dolor de las entrañas que se le abrían. Tú mamá demostró que es una leona.
Tú papá también tiene su mérito, ojo. Yo, que lo
conozco desde chiquito, sé que es muy ordenado y no aguanta ver la sangre fuera
de su lugar, tampoco le gustan los gritos, menos si son de la mujer que ama y ni qué se diga si grita porque está alumbrando
la llegada de su primer hijo. De los nervios, tu papá se hacía caca encima y se
la aguantó adentro, el ordenado. Él, es muy sensible al dolor del otro, es como
si le doliera a él. Sin embargo, —mencionaron los mismos testigos — parece ser
que esos gritos, que salían de la boca de tu mami, no eran gritos como los de
siempre sino que se habían transformado en los
rugidos de una fiera y la frecuencia que vibraba en esos bramidos hizo que se
despertara el valor de tu papá para quedarse ahí, durante toda la noche
apretando la mano de tu mamá, firme y fuerte, y blanco como una estatua de mármol. Y que fue en
ese momento de unión en que los dos juntos se alimentaron de la misma energía,
el amor a vos, y supieron, en sus corazones, que nada podía salir mal.
Una de tus tías por parte de leona, te sacó una foto
con tu papá después del parto. Te la guardé para que algún día la veas y
recuerdes la cara de sufrimiento que tenía tu viejo y el semblante de alegría
que le brillaba en los ojos... Fotos de tu mamá
no hizo falta que te guardara porque tiene como tres millones y sigue
acumulando. Si te seleccioné algunas.
Mis preferidas son las que salieron en la televisión
y en los diarios, porque quiero que sepas algo muy importante: le cagaste el
brindis de año nuevo a todos. La mayoría te va a contar que fuiste el primer
bebé del 2104 en la provincia; que saliste
en los medios; que todo el mundo se enteró
de la noticia; que el intendente no estuvo perezoso y te hizo regalar una
medalla de oro con su nombre grabado; que tu mamá
estaba feliz siendo una intrépida cholula dando notas a los periodistas; que
fuiste el primer hijo, el primer sobrino, el primer nieto y todo primero. Pero
yo te voy a decir tres cosas que nunca nadie jamás se va a animar a decirte:
Naciste feito. Todo arrugado y con cara de viejo enojado. Segundo, culpa tuya
ninguno disfrutó el vitel tone. A la primera cosa, te reconozco que con el pasar
de los días te fuiste corrigiendo, te estás reivindicando, pero a la segunda…
la segunda… va a ser tu deuda kármica para
conmigo. Nadie se mete con mi vitel tone.
Sabelo. La tercera y más importante que voy
a decirte, que te la digo desde la propia
experiencia, es que los privilegios y los honores que se le dan a los
primogénitos, con el tiempo y la llegada de los hermanos, se van convirtiendo
en mochilas y traumas de la personalidad, hoy serás tratado como si fueras
porcelana del Siglo X y mañana serás un
boludo a cuerda, por eso, nunca pero nunca,
te la creas, porque nadie será objetivo con vos. Escuchá siempre tu corazón. Sé
humilde, siempre.
Bien, ahora que ya sos oficialmente un Terrícola de
la especie Humana, de la cual, concretamente, no se sabe nada pero que, según voy oyendo, tengo algunas referencias
un poco enquilombadas. Algunos dicen que la especie está en evolución, otros
que está en extinción… no sé, che, por acá la mayoría son bipolares. A mí, nunca
me gustaron los extremos, no son buenos, menos este de la extinción, pero… qué te
voy a decir yo que nunca leí nada sobre gustos.
Es un tema delicado la bipolaridad, muchos se mueren
electrocutados, así que dejemos esto para cuando estés más ducho en cuestiones
humanoides, por ejemplo, cuando un día cualquiera, un compañerito tuyo en el
jardín de infantes se acerque a vos y sin decir nada te pisotea tu casita de
barro, entonces ahí, retomaremos este tema; lo
importante ahora, es que vos no metas los deditos en el enchufe.
Cambiando un poco de tema, quiero contarte algunas
repercusiones de tu llegada. Por ejemplo la Nona. La Nona es un ícono de la
familia. Es la “Gran Nona.” Para que te vayas
ubicando en el mapa, la Nona es tu bisabuela. Los abuelos son algo así como los
fundadores de tus papás y son lo mejor que te puede pasar en la vida. Los
abuelos saben todo aunque a veces no digan nada, de verdad. Saben muchas más
cosas de la vida que tus viejos y que cualquiera, por eso, mi consejo es que
los aproveches al mango.
La Nona es la más grande de la familia y es la
última que nos queda, así que la cuidamos como oro aunque ella no se deja
cuidar mucho. A veces, no me deja que la vea hasta que se vaya la peluquera que
la visita, pero bueno… cuando no quiere mostrarse siempre llama por teléfono,
el problema es que pone el teléfono inalámbrico en el piso porque tiene miedo
de caerse, entonces se cae y nos llama a todos. Si la hubieras visto cuando
caminaba… cómo se movía, no había quien le siguiera la pista. A la mañana un
cafecito por ahí, al medio día almorzaba en el centro, a la tarde un té en el
bar de la plaza y cada tanto se tiraba unas fichitas en el casino. Se hacía sus
viajecitos, compraba ropa que después revendía y con eso nos llevaba para un
lado, para el otro, la tenía clara la Nona, nada de andar estornudando miedos
ni qué ocho cuartos. Pero después, de a poquitos ratos que se fueron pasando más
rápido de lo que uno se puede dar cuenta, sus amistades se fueron yendo y su
energía se fue debilitando. Ahora se siente sola y,
además, por más que ella no lo diga, sus defensas se bajaron y anda un poco engripada
de miedo. Su soledad no es de visitas, porque siempre la vamos a ver, sino que
su soledad es de iguales. Sola de edad. Ninguno de nosotros conoce esa soledad,
tal vez algún día sepamos qué se siente pero no ahora, por el momento sólo le hacemos compañía
sin compartir lo que siente de verdad, yo creo que es posible nosotros tengamos
activas nuestras defensas al miedo que ella tiene y eso no nos permita abrir el
corazón... Hasta antes de tu llegada, Lorenzo, la Nona no tenía ganas de nada. Casi
no se levantaba de la cama, estaba débil, por suerte lúcida pero muy blandita. Pero cuando le avisamos que
vos habías llegado bien, se le volvió a encender el brillo en los ojos. Le
imprimimos y le llevamos tus fotos y ella las
deja entre la almohada y la mesita de luz para mostrárselas a los que la visitan.
Se nota que te quiere mucho y que le haces bien. !Ah! y también dice la Nona que
no tenés genes para salir feo. Ya sé, te
morís de ganas de conocerla, ¿cierto? Yo también, me encantaría ver el
encuentro entre uds.
Tú tía Paula también está muy contenta. Se pasea
todo el día por la casa cantando “AH HUM,
DIJO UN SAPITO, AH HUM HABÍA UN SAPITO, HUM HA DIJO EL SAPITO, HA HUM HACENO LOS
SAPITOS HA HUM” Yo creo que la contentura le está dañando el cerebro pero se la ve tan feliz así… Además ella es la
encargada de seleccionar tus fotos, imprimirlas hacerle detalles y esas cosas.
Para que te des una idea, su dormitorio ya tiene tu cara…
A mí me pasó —me pasa— algo
muy raro con vos. Paso largos minutos viendo tu cara
en las fotos. En mis ratos de soledad y encuentro conmigo, me siento
frente a la compu a encontrarme con vos. Te observo. Contemplo tus expresiones,
tus miradas. Tus detalles. Yo te veo parecido a tu mamá,
aunque tu expresión más seria me recuerda a tu viejo cuando se le sale la
cadena. Me imagino tu voz y las voces de tus papis en conversaciones
infantiles. Y te sigo imaginando y te sigo observando y te hablo y te digo
macanas para que te rías porque es mi manera de quererte sin distancias, de
saltar la barrera de lo físico que nos coloca en lugares lejanos, donde sólo llega
el amor, pero no los brazos para levantarte. Y así paso los ratos que puedo, dejándome
engañar por la inmediatez virtual que actualiza nuestros estados y mantiene
informados de vos y de tus papás, sentir en tiempo real que estamos muy cerca,
casi pegados, vos de un lado del monitor y yo del otro. Pero, y andá
acostumbrándote a los peros porque siempre habrá uno entre los humanos, el fin
de semana pasado no tuve internet en casa y recién el lunes, en la oficina,
mientras simulaba que trabajaba, busqué fotos tuyas en el perfil de tu mamá y
me encontré con una foto de un bebé gordito con una mirada melosa llena de
brillo y calor y por un instante lento y silencioso me quedé contemplándola, escaneando
los detalles de esa foto hasta que fue inevitable comprender: El de la foto
eras vos, Lorenzo, ¡eras vos! Habían pasado apenas tres días desde la última
vez que vi una foto tuya y no te reconocí. Habías cambiado toda la fisonomía de
tu cara. Habías crecido setenta y dos horas y parecías otro... pensar que yo
siempre decía que la distancia no es distancia, que uno viaja en el corazón del
otro, pero esta vez, aunque siga pensando lo
mismo, los kilómetros que nos separan me apretaron el estómago contra el pecho
y me jodió mucho la nostalgia que deja el atropello del tiempo cuando pasa esa
sutil fatalidad de lo irrecuperable, como haciéndose el canchero, refregándonos
en la cara que ya pasó y que no vuelve, vaya
a saber dios hasta cuándo. Y es que me jode no abrazarte ahora, que sos como un
almohadón perfumado, pero mucho más me jode que sólo seas un almohadón
perfumado un ratito en la vida y sólo pueda verte en fotos.
No hay nada que hacerle, Lorenzo, al tiempo no se lo
engaña. El tiempo no tiene ningún interés en los humanitos. A él le calienta
tres pitos todo esto de los ratitos felices y los momentos imborrables.
Aunque joda las pelotas, al tiempo hay que esperarlo,
y con buena cara mejor; mientras tanto y pese a cualquier circunstancia adversa,
hay que seguir juntando ratitos lindos. Hay que acopiar esos ratitos felices
que están desparramados pero que
llenan el alma y es la única manera de inmortalizar la vida en el tiempo. Así
espero el momento en que nos encontremos por primera vez. Tal vez vaya hasta tu
casa y te lleve algunos regalos y me enseñes tu cuarto, tal vez vengan uds. y
yo te enseñe mi casa, la plaza, la heladería o te lleve al parque a comer un
choripán ¿quién sabe? El tiempo dirá pero
seguro vamos a juntar muchos ratitos lindos…
P/D: Te mandé una solicitud de amistad, aceptame
pendejo que soy tu tío.
P/D, bis: Gracias por alegrar las horas de la Nona.
La presente corresponde a la segunda carta de una colección. Para leer la primera, clic acá http://pensalimon.blogspot.com.ar/2013/10/carta-mi-sobrino-por-nacer.html
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