Llegó el
después, que siempre es el ahora. El después de la presentación de mi primer
libro que es el ahora de, más o menos, dos años de dedicación, de selección de
textos, de corrección, de creer, de no creer,
de pedir consejos, de verlo cerca, de verlo imposible, de creer, de
dudar, de acumular trabajo, ropa sucia y tener que salir a la calle con suéter y
30 grados de calor porque no hacia tiempo de planchar la camisa.
La
presentación fue el sábado pasado en casa Dadá. Estuvieron presentes alrededor
de setenta personas, físicamente hablando, pero cuánticamente estuvieron
presentes muchos más de setenta, muchos más.
La velada
empezó impuntual, como todos los eventos que se organizan en Córdoba; y empezó
con la proyección de las fotos que enviaron lectores fanáticos de la sangría
con la tapa del libro probando suerte para ganar el premio mayor: un sangrión. La
foto ganadora fue la de la parejita de Daniela Guillen y Javier Hidalgo:
Luego, subió
a las tablas, con todo su encanto y belleza, la hermosa Lube, que empezó a cantar con tal ternura y sensualidad, que casi
terminamos todos chapando. Un aplauso, un gracias inmenso y toneles de besos para vos, Luciana.
Sobre el
plato principal de la noche, dicen, que estuvo lindo, que fue simple y profundo
a la vez. Que lo más lindo fue que se trató de algo divertido y original para
presentar un libro. Para los que no lo saben, la presentación se basó en la representación
“teatralizada” de un reencuentro en la mesa de un bar entre dos amigos que
hacía mucho tiempo que no se veían –mí amigo personal Pablo Fernández y Yo- y
en ese encuentro, fernet de por medio, conversábamos sobre las historias y los
personajes del libro.
Personalmente,
rescato dos comentarios locuaces: El primero lo hicieron sin saber que yo lo
estaba escuchando, y dice así “¿Quién iba
a pensar que el cabezón fuera a presentar un libro?” La verdad, que ni Yo mismo me hubiera
imaginado publicando un libro, no al menos, en el tiempo en que mi amigo
preopinante me conoció y fijó, con cierta rigidez mental, una conceptualización
mía que de un tiempo (aquél) a esta parte (ahora), habría que actualizar.
El segundo
comentario, y el más repetido, fue que varios se marcharon del lugar diciendo
que se iban con muchas ganas de leer el libro por la curiosidad que les generó
el relato actuado. El comentario viene a mí, como la confirmación de un logro,
y es el de que viejos amigos serán nuevos lectores, no míos ni de nadie en
particular, sí de este libro, de sus historias y de sus voces, y también lo
serán de ellos mismos si se identifican con alguno de los personajes que viven
en esas páginas, lo cual me llena de felicidad porque sé, que no leen un carajo
y estoy convencido –absolutamente convencido- que la lectura es uno de los
ejercicios imprescindibles para tener una mente lúcida, que la lectura inevitablemente
lleva l autoconocimiento personal, a madurar en los sentimientos y en los
pensamientos; leer es fabricar herramientas que abren cajas fuertes mentales. Que
la lectura es un medio para la libertad, como vivir en un globo que nos asfixia
y encontrar un alfiler, sino, lean a Paulo Ferire y entérense.
En lo
artístico, cara de mármol tengo, me toca confesar que no dije nada de lo que
había ensayado y tenía que decir. Que al final de la obra me anulé y se me
borraron todos los saludos y reconocimientos que nobleza obliga hacer y, además
de boludo, quedé como un egoísta. Pero, pese a ello, salió todo tan natural que
casi nadie lo notó, ni siquiera nosotros, los actuantes, ergo, naturalmente soy
un boludo egoísta.
También,
celebro con orgullo que la casa haya agotado el stock de choripanes y cerveza
antes de las 2 am.
Así, balanceando las circunstancias, puedo
decir políticamente que el resultado ha sido no negativo, pero esto no me satisface. Hablar políticamente, no me
llena.
Yo, me sigo preguntando por mí.
Y, yo, ¿qué siento?
Desde la
noche de la presentación a hoy, me he rodeado de silencio para escuchar que
responden mis voces.
Y después, que
es el ahora, me contesto:
me siento agotado.
Los primeros
días después de la presentación, mi mente no freno, ni por un segundo, de arrojar juicios de valor con pesadas
cargas emocionales que conscientemente intentaba frenar: Poco, mucho, sonido, bueno, malo, luces, faltó, sobró, no se escuchó,
dije bien, dije mal, se entendió, no sé entendió. Etc. Etc. Etc.
Me siento pleno.
Porque, pese
a lo severo y drástico que pueda ser uno consigo mismo cuando el ego no para de
juzgarle cada acto y circunstancia, si se logra evitar la influencia nefasta de
esos prejuicios queda, pura y transparente, la experiencia. Recién ahí, aparece
lo mejor, el maravilloso sentimiento de la plenitud de amar un instante único,
indivisible e imborrable. La autenticidad de ser uno mismo, al derecho y al
revés, sin más cuestionamientos que ser y nada más.
SiEnTo AlEgRíA.
La siento en
el corazón, porque ningún juicio llegó a empañarme el cristal por donde observo
lo que hago. Es mí alegría personal por un primogénito triunfo.
siento tristeza.
La______de____________dos_____________ausencias.
Siento paz.
Porque
comprendí que la tristeza y la alegría no son contradictorios ni excluyentes. Plenitud
es eso, ver –vivir- la experiencia con toda la gama de colores que ésta nos dé,
sin negar ni criticar, simplemente están y son, colores diferentes.
SIENTO SABIDURÍA.
Sabiduría
que nace del corazón cuando estás haciendo lo que amas, aunque todavía no sepas como se hace, pero haciéndolo vas
aprendiendo a amar, a uno, a vos, al
otro, al perro, a la vida y todo lo que hay en ella y te rodea. Eso si hace
sabio a cualquiera.
Siento GANAS.
Ganas de seguir adelante y de hacer más. Siento ganas de contagiar al que esté ahí, leyendo este blog, así, que salí y anda a buscar lo que amas. Esa es la experiencia que vale.
Córdoba, en otoño de 2013. Pensá Limón, Daniel E. Hidalgo.-
PD: Más fotos de la presentación en facebook.
PD: Más fotos de la presentación en facebook.
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